La mañana del 2 de mayo de 2012 había ido a acompañar a su nieta al colegio. Al regresar a su domicilio de Campanet no encontraba a su esposa. Estaba maniatada en una habitación del primer piso. Entonces lo abordaron dos hombres ocultos con pasamontañas. «Me pusieron una pistola en la barriga y me hicieron abrir la caja fuerte tras amenazarme con pegar un tiro a mi mujer», recuerda una de las víctimas, en la tercera jornada del juicio en la Audiencia contra la banda de paramilitares que asaltó casas en Mallorca entre 2011 y 2013. Los seis acusados se enfrentan a penas de 578 años de cárcel.
En otro de los aterradores episodios, el empleado de un joyero relata el miedo que sufrió. «Temí por mi vida, pensaba que era una broma cuando vi a una persona con un fusil». Era la noche de reyes de 2013 y acompañó a su jefe a dejar la recaudación de la joyería, 17.500 euros, en su casa de Santa Maria. Allí se toparon con dos hombres encapuchados y armados con pistola y fusil. Los delincuentes les inmovilizaron con bridas de pies y manos y se apoderaron del dinero.
Una mujer, en trámites de separación del único acusado que está en libertad, reconoció haberse enterado «años después» del asalto en casa de la familia del joyero «por una clienta». Ella ejerció seis años como dependienta de la cadena de joyerías. «Me enteré de todo cuando él [Pedro G. B.] entró en prisión, a excepción del robo en casa de mi exjefe. Él está sorprendido, se declara inocente. Y yo le creo».
Los investigadores de la Policía Judicial coincidieron en la anterior sesión de la vista en que había un elemento común en la mayoría de los golpes: un informador.