«Hasta el año 2006 fue jauja. Había muchas ventas de amarres», declaró el exgerente del Club Náutico de Cala Gamba, que se enfrenta a cuatro años de cárcel por un supuesto delito continuado de estafa. En el juicio celebrado este miércoles en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, el empresario, que trabajó en las instalaciones citadas desde 1997 hasta 2008, negó que obtuviera beneficios ilícitos mediante la compraventa de amarres. Un informe, elaborado por tres socios del complejo, revela que el presunto estafador se apropió dinero procedente de transacciones fantasmas y dobles ventas.
La cantidad a la que asciende el perjuicio total ocasionado al club y a los compradores es de 110.000 euros. «Prevaliéndose de su cargo, se dedicó a celebrar diversos contratos de compraventa, simulando la disposición de amarres sin el consentimiento de sus verdaderos titulares, que no firmaron contrato alguno», refleja la Fiscalía en su versión.
Los abogados de la acusación particular se adhirieron al escrito presentado por el fiscal. El letrado Eduardo Morey, representante del implicado, solicitó su absolución y alegó que tres de las cinco operaciones ilícitas de las que se le acusa ya han prescrito.
Las compraventas se produjeron en un periodo comprendido entre 2001 y 2008. Según el relato del ministerio público, el encausado fingía ser intermediario en las operaciones.