Dos policías locales de Calviá han identificado inequívocamente a los acusados del robo violento de una vivienda y la detención ilegal de su propietaria como dos de los tres hombres que vieron junto a la casa de Cas Català, minutos después del asalto, la noche en que se produjeron los hechos.
En la primera sesión del juicio por este suceso que ocurrió en la noche de Reyes de 2013, los dos agentes han relatado que los acusados, rumanos de 38 y 32 años que se enfrentan a sendas peticiones de pena de 11 años de prisión, salieron huyendo cuando iban a ser identificados, pero les reconocieron sin lugar a dudas cuando se les detuvo posteriormente.
Sin embargo, los dos presuntos ladrones, a quienes la Fiscalía atribuye el robo de joyas y aparatos electrónicos por valor de 19.800 euros y la detención ilegal de la víctima, a la que dejaron maniatada y amordazada, han negado las acusaciones y han declarado que ni estuvieron en el lugar ni saben nada de los hechos, que se produjeron el 6 de enero de 2013.
El más joven de los presuntos ladrones ha atribuido a amenazas que no ha aclarado y a su falta de habilidad para expresarse en castellano la declaración autoinculpatoria ante Guardia Civil cuando fue detenido en marzo de 2013.
Ha dicho que cuando se produjo el asalto él estaba borracho y que no conocía la casa que se le acusa de asaltar.
Sí ha admitido haber estado previamente en el domicilio el otro hombre, ya que formó parte de la cuadrilla que instaló el parqué a la dueña de la casa en 2010.
Ha declarado que cuando se produjeron los hechos estaba en su casa jugando a un juego de ordenador por internet y ha dicho desconocer cómo es posible que un móvil de su propiedad fuera empleado en la zona del robo a la hora del asalto.
Ha argumentado que, en todo caso, podría haberlo empleado un compatriota al que subarrendaba una habitación, a quien ha descrito como parecido a él para tratar de probar que los policías que le identificaron podrían haberle confundido.
La víctima ha relatado que sobre las 0.30 horas del 6 de enero de 2013 estaba en la cama, oyó ruidos, salió de su dormitorio con la luz apagada y fue empujada y derribada por un hombre con acento extranjero que le puso unas tijeras de podar en el cuello y le dijo: «Calla o te mato».
Ha explicado que tras recibir una llamada de teléfono, el asaltante la inmovilizó y dejó entrar en la casa a otros dos hombres a los que tampoco vio el rostro.
Además de impedirle la visión con una malla sobre la cabeza, la ataron de pies y manos a una silla y la inmovilizaron más aún con un rollo completo de cinta aislante, ha contado la mujer, que tras comprobar durante un tiempo que se le hizo «eterno» que los ladrones habían dejado la casa, logró liberarse y pedir ayuda a los vecinos.
La víctima, que entonces vivía sola y a raíz de los hechos ha necesitado asistencia psicológica, ha incidido en el «pánico» que sufrió por la violencia que ejercieron contra ella los ladrones y se ha alterado al rememorar lo ocurrido: «No puedo explicar el terror».
Al inicio de la vista los letrados defensores de los dos acusados han solicitado la suspensión del juicio y la absolución de sus representados por entender que la única prueba contra ellos era una intervención telefónica que debía anularse porque no estaba debidamente justificada.
El tribunal ha rechazado esta pretensión.