Dos de los hombres acusados de mantener relaciones sexuales con menores a cambio de dinero o droga admiten los encuentros, pero se excusan en que no sabían que eran menores de edad. Junto a estos, una mujer admitió ayer en el juicio que se dedicaba al tráfico de drogas e implicó en la actividad a su marido que juega un papel central en la trama que llevó a la muerte de la adolescente Nora Ayala en 2011.
La segunda jornada del juicio comenzó con un intento de negociación entre las partes que se saldó con que dos de los acusados han admitido delitos de tráfico de drogas. Una de ellas reconoció que se dedicaba a la venta de marihuana en el piso que compartía. Además, admitió que participó con su pareja en un plan para intentar introducir cocaína en Mallorca.
De hecho, la policía encontró en la vivienda 36 gramos de esta sustancia. La declaración implica de lleno a su pareja, uno de los hombres que mantuvieron relaciones con la joven fallecida, si bien éste en su declaración había asegurado que se trataba de una relación sentimental.
Uno de los acusados, que grabó en vídeo sus relaciones con una de las menores se excusó con que desconocía que esta fuera menor de edad, una vez que se reprodujeron las imágenes en la Sala. Algo similar hizo otro acusado, para el que trabajaba la mujer que captaba a las adolescentes en el parque del Otta. Éste señaló que la principal acusada limpiaba para él en casa y que la pagaba a cambio de sexo. Señala que ésta le presentó a dos de las víctimas a las que también pagó a cambio de que se prostituyeran, si bien insistió en que desconocía que éstas fueran menores de edad. De esta manera, ambos acusados buscan su absolución por esta vía.
El juicio se prolongará más allá de lo que estaba previsto en un primer momento y no terminará esta semana, dado que todavía no han terminado de declarar los trece acusados. En la jornada de hoy se espera terminar con las declaraciones de los acusados y de los primeros testigos.
A lo largo de los interrogatorios el fiscal, Julio Cano, ha introducido las escuchas a los miembros de la red. En ellas se les escucha pedir «dos micras de hamburguesa» o «un zumo de dos naranjas y un limón», expresiones que encubren el tráfico de drogas.