Los residentes de las zonas más remotas de Filipinas afectadas por el paso del tifón ‘Haiyán' continúan agolpándose en torno a los helicópteros empleados por el Ejército estadounidense para distribuir la ayuda humanitaria. En pueblos como Cabungaan, en la provincia de Leyte, ayer llegó la primera ayuda, más de una semana después del paso de la tormenta. Un helicóptero estadounidense aterrizó en una pradera de la localidad y de inmediato decenas de personas se congregaron en torno al aparato.
Filipinas afronta una enorme tarea de reconstrucción tras el paso del tifón, que dejó al menos 3.974 muertos y 1.186 desaparecidos, mientras varias comunidades aisladas aún no reciben suficiente ayuda pese a un gigantesco esfuerzo de alivio internacional.
Las autoridades filipinas y agencias de ayuda internacional afrontan una creciente crisis humanitaria, y se estima que la cantidad de personas desplazadas por la catástrofe es cercana a los cuatro millones, en vez de las 900.000 consideradas a finales de la semana pasada.
El presidente Benigno Aquino, que no pudo prever la magnitud del desastre y ha sido criticado por algunos por la respuesta a veces caótica, visitó ayer zonas afectadas. El presidente trató de desviar de nuevo la culpa por los problemas a las autoridades locales, cuyas preparaciones no fueron suficientes, dijo.