Vuelve, como MacArthur. Y eso que él, a diferencia del general americano, nunca lo anunció. Nicolás Herrero, el intendente que nunca se fue, regresa a casa para mandar en el cuartel de San Fernando. Hace dos años lo sacaron de forma un tanto ignominiosa del cuartel y ahora, cuando la corrupción planea sobre la Policía Local de Palma, lo recuperan para salvar el proyecto policial de Mateo Isern.
—¿Se siente usted más bombero que policía? Lo digo por el incendio que está apagando.
—Yo soy policía. Además, ya sabe la máxima de los bomberos: hay que salvar el solar.
—¿Cómo se enteró de su nombramiento como intendente jefe de la Policía Local?
—Oficialmente ayer (el miércoles) a las 17.13 horas. Pero también es cierto que antes, a las tres de la tarde, me convocó en Cort el regidor Guillermo Navarro.
—¿Aceptó enseguida?
—Yo lo que quiero por encima de todo es a la Policía Local. Y si puedo hacer un servicio, por mi parte no hay ningún problema.
—¿Será fiel al modelo policial del alcalde? Porque que me temo que no es el suyo.
—Sí, en ese sentido no habrá ningún problema. Está hablado. La línea será continuista. Somos profesionales y todo está muy claro.
—¿Ha hablado ya con Antoni Vera, el jefe dimitido?
—Aún no he tenido ocasión porque él no ha venido hoy por el cuartel. Así que ha sido imposible verle.
— El intendente Vera, que le sucedió en la jefatura, era el candidato del alcalde, más próximo al PP, y usted estaba más cercano a los socialistas. ¿Cómo es la relación con Vera?
—No había relación. Esto tendrá que cambiar ahora. Él sigue siendo intendente y yo intendente jefe.
—Dos intendentes, ¿no es mucho?
—Todo encajará bien, seguro que no hay problema.
—¿Hará cambios en la Policía Local?
—En principio, no. El organigrama tampoco se tocará.
—Con Vera el segundo de a bordo era el comisario Rafel Estarellas. ¿Seguirá?
—¿Como segundo? Bueno, mi idea es que los comisarios son todos responsables y también hay una jerarquía por antigüedad. No tendré un segundo fijo.
—En su época si tenía uno, el comisario Mut.
—Sí, así era.
—¿Guarda rencor a los que le destituyeron que, por cierto, son los mismos que ahora le llaman?
—No, en absoluto. Yo soy un hombre de la Casa. Hay que estar por encima de cuestiones personales.
—¿Aguantará hasta el mes de mayo, que se jubila, y después el intendente jefe será el coronel Jaime Barceló?
—(Risas). Eso no lo sé. Mi intención es estar hasta el mes de mayo y luego me retiro. Es la idea. Con respecto a lo de Jaime Barceló, puedo decirle que ha sonado en más de una ocasión como jefe de la Policía Local de Palma. Lo que me gustaría es que consiguiera quedarse al frente de la Comandancia de la Guardia Civil de Balears, porque se lo merece. Es su rol perfecto.
—¿Cómo ha vivido la crisis de estos días en la Policía Local de Palma?
—Pues muy preocupado, porque son cosas que te saben mal. Como cuando detienen a un guardia civil o a un policía, y sabes que esa noticia hace mucho daño a la imagen del Cuerpo.
—El registro en el cuartel fue muy duro.
—Sí, han sido malos momentos.
—Hay mucha gente que opina que la Policía Local está perdiendo el rumbo con tanto grupo especial, armados hasta los dientes, en lugar de las ocupaciones municipales de siempre.
—Pues lo que puedo decirle es que los dos ejes que voy a intentar potenciar serán la policía de barrio y el tráfico. Doy por sentado que la Seguridad Ciudadana funciona bien, así que nos centraremos en los otros dos puntos.
—¿Cómo se come que un mayor -Guillem Mascaró- esté por encima de usted, que es comisario?
—Bueno, Guillermo es un buen profesional y lo hará bien. Nos entenderemos.
—Un ascenso meteórico. ¿Cuando usted era el jefe él era sargento interino?
—Creo recordar que sí, pero no me haga mucho caso.
—Concluyendo, que ascienden a Mascaró para que sea el topo del PP y le vigile de cerca.
—No, topo no. Es el nuevo director del Área de Seguridad Ciudadana y estará bien a la vista siempre.