Tercer intento y mismo resultado: ni rastro de la catana que mató a Catalina Fullana Hidalgo. Los submarinistas de la Guardia Civil rastrearon ayer el tramo del Port d'Alcúdia donde Andrés Román Galiano, el asesino confeso, señaló que había lanzado la espada japonesa.
Por la mañana, a eso de las diez, los GEAS (Grupo Especial de Actividades Subacuáticas) llegaron hasta el ‘puente de los ingleses', en la desembocadura de s'Albufera en el mar. Es una zona de corrientes y aguas turbias, aunque a esa hora el agua estaba muy calmada.
Para esta ocasión, los submarinistas iban provistos de un potente detector de metales, con el que peinaron el fondo marino, a unos 25 metros de distancia de las rocas del espigón. El área que señaló en su día el asesino es relativamente pequeña, y ha sido peinada en tres ocasiones, por lo que ya hay serias dudas de que el homicida contara toda la verdad sobre cómo se deshizo de la catana.
Andrés Román Galiano, el vecino de Inca encarcelado por el crimen, sufría algunos desequilibrios mentales y los investigadores no descartan que confundiera la zona donde había arrojado el arma homicida. Que tras el crimen se desplazó a Alcúdia está confirmado, lo que no está tan claro es que tirara en el ‘puente de los ingleses' la espada.
Volverán
Al pesar del fracaso de ayer, los guardias civiles tienen previsto regresar a Alcúdia para nuevas inmersiones en el mar. La fecha no ha trascendido, pero podría ser en los próximos días. De hecho, se trata de uno de los últimos flecos para cerrar definitivamente el caso del asesinato de Bunyola. Andrés Román ha confesado, permanece en la cárcel y se conocen prácticamente todos los detalles de lo ocurrido esa mañana en la finca de Bunyola. Con el hallazgo de la catana, el caso quedaría policialmente resuelto.
La víctima mortal era vecina de Santa Maria y trabajaba como asistenta de una finca de Bunyola propiedad de unos alemanes que pasaban la mayor parte del mes fuera de la isla.
Al parecer, Andrés llevaba a prostitutas a la casa, sabiendo que los dueños no estaban, y tenía un comportamiento nada ejemplar. La mujer denunció su actitud y él perdió el trabajo. A partir de ese momento tramó su venganza y la abordó con la catana un día que ella estaba limpiando, sola.