«Mi mujer me pidió que nos hiciéramos una foto con Schettino, la típica de los cruceros. Yo miré al capitán y le contesté: "Ése no es capitán, es un chulo putas". El tiempo me dio la razón». Manuel García Martos, es uno de los mallorquines del 'Costa Concordia' que rememoró ayer la tragedia del buque, un año después. Coincide, como el resto de isleños pasajeros, en algo: «Nunca lo olvidaremos».
Manuel, su esposa María José, y el hijo de ambos, que iba a cumplir cuatro años, embarcaron en Palma el 10 de enero pasado. Estaban muy ilusionados con el crucero por el Mediterráneo, aunque el primer encuentro con su capitán les había dejado decepcionados. Los primeros días pasaron según lo establecido y el día 13, a las 21.35 horas, la familia Martos cenaba en el comedor del barco. «De repente, sentimos un golpe. Después, un roce. y luego vinieron temblores, como un terremoto. Sabíamos que era algo grave, pero el pánico llegó cuando nos empezamos a escorar», relata. Los pasajeros salieron a cubierta y los marineros empezaron a descolgar los botes de salvamento. Otros mallorquines, Sebastián Rubí y su marido, Juan Antonio García, les dejaron pasar primero, porque llevaban al niño de corta edad. «Tras varios intentos fallidos, pudieron bajar la barca al agua y llegamos a la isla de Giglio, muertos de frío y miedo».
Sebastián y Juan Antonio, precisamente, se encontraban de luna de miel en el 'Costa Concordia'. Se acababan de casar en Andratx y sus amigos les ofrecieron como regalo el crucero. «Íbamos de luna de miel y casi acabamos en nuestro funeral. Cuando el barco golpeó, me puse muy nervioso. Empecé a gritar como una loca, estaba fuera de mi. Corrimos al camarote a buscar los chalecos y después fuimos a los botes. Todavía tengo pesadillas, hubo muchos muertos».
Uno de los fallecidos era palmesano. Guillermo Gual, de 68 años, embarcó con un grupo de familiares y amigos. En el caos que se formó durante la huida del barco, Guillermo se quedó atrapado a bordo. Su cuerpo sin vida fue descubierto días después en uno de los camarotes inundados, con el chaleco salvavidas puesto y junto a otro fallecido italiano.