Àngeles Carrillo no está para muchas fiestas. Padece desde hace años intensos dolores derivados de sus problemas de la espalda, la artrosis y la osteoporosis. Hace unos meses, una llamada telefónica le devolvió la ilusión. Por 4.000 euros -el precio de unos aparatos supuestamente milagrosos- podía curarse de todas sus dolencias. Ahora, está peor que nunca: sus enfermedades no han mejorado y sabe que la han estafado. Como a otros enfermos palmesanos. Y durante tres años tiene que pagar las mensualidades del timo.
«Ese día llamaron por teléfono a mi casa y me preguntaron si mi marido estaba enfermo. Yo les contesté que él no, pero que yo tenía muchas cosas y sufría mucho. Me dijeron que tenían una máquina que lo curaba todo, a un precio asequible». Àngeles picó y al día siguiente dos vendedores elegantemente vestidos llegaron a su casa de la calle Regalo, con sonrisa encantadora.
Embaucadores
«Primero habló uno, después el otro. Me lo pintaron tan bien que me quedé encantada. Eran como encantadores de serpientes, pero me di cuenta tarde», recuerda la mujer de 63 años, todavía indignada.
La puesta en escena de la pareja fue impecable: uno de ellos le aseguró que su esposa era doctora y que recomendaba a todos sus pacientes la máquina milagrosa. «Eran, en realidad, tres aparatos. El primero servía para meter los pies en el agua y unos chorros te purificaban. Te limpiaban todo el cuerpo hasta tal punto que podías dejar la medicación que tomabas, porque con ese tratamiento bastaba», añade la afectada.
El siguiente juguetito era más portentoso todavía: lo curaba todo con magnetoterapia. Al enchufarlo, el enfermo podía olvidarse de la osteoporosis, la prostatitis, luxaciones, neuralgias, dolores agudos, lesiones, herpes, fracturas, hormigueos, heridas, hernias, hematomas y otras dolencias.
El tercer aparato consistía en una caja que «daba un meneo a los pies, de izquierda a derecha. Según ellos, era tan saludable como andar dos horas al día». Por supuesto, los meneos no servían de nada. Cuando Àngeles descubrió horrorizada que le habían tomado el pelo ya era demasiado tarde. Había firmado la compra de los aparatitos, por el módico precio de 4.000 euros, a pagar en mensualidades de 104 euros en tres años. «Encima lo hicieron con una financiera, no con un banco, y esa financiera me cobra unos intereses del 20 por ciento».
En los últimos meses la sexagenaria palmesana ha intentado contactar a diario con los vendedores: «Se han esfumado, como si no existieran. Me dicen que ya no trabajan en la empresa, pero yo les digo que habrá algún responsable que pueda atenderme. Ya he asumido que me han estafado y he presentado una denuncia».
Indignada
Lo que más le duele a Àngeles, y le duelen muchas cosas, es que han jugado con su salud: «Me dijeron que podía dejar toda la medicación que tomaba y eso es jugar con la salud de las personas. Una cosa es que te timen y otra que jueguen con tu vida».
La mujer tiene conocimiento de otras personas que también han sido engañadas, aunque ya ve muy difícil recuperar su dinero: «Lo único que quiero ahora es alertar a esas personas enfermas que lo pasan mal por el dolor y pueden picar con este tipo de personas, que no tienen sentimientos».