La defensa de Juan Ramón Bosch, el acusado de prender fuego en septiembre de 2007 una vivienda en Son Roqueta en la que dormían su esposa y su hijo, plantea ahora que su defendido no es imputable porque en el momento en el que sucedieron los hechos estaba bajo una crisis mental grave. Este nuevo planteamiento, sin embargo, no es la principal tesis de la defensa, que aún mantiene que no fue el acusado el autor del fuego.
El eximente, que se propone como alternativa tendría que estar acompañado, según la defensa, de una serie de medidas de alejamiento y de tratamiento psiquiátrico.
Tanto la Fiscalía como las dos acusaciones particulares ratificaron ayer sus peticiones de condena para el acusado por dos delitos de tentativa de asesinato: 22 años en el caso de la Fiscalía y 34 años.
Las tres acusaciones sostienen que Bosch, de 60 años de edad, había amenazado a su mujer unos días antes tras una discusión por los estudios de su hijo en común. La víctima además había manifestado su intención de separarse. La noche del 16 de septiembre de 2007, de madrugada, roció con gasolina la puerta del dormitorio de la mujer, la prendió fuego y encerró a la víctima. Después, según las acusaciones, regó con agua la planta baja para protegerse y evitar así que el fuego se propagase donde él dormía. La defensa plantea varias dudas a esta versión. Parte del debate se centra en los hechos previos al incendio. Aquella noche, el acusado salió del casa por la tarde y bebió alcohol durante la tarde en un bar de Son Roqueta. Después, en lugar de regresar a casa salió con el coche. La Policía Local de Palma recibió un aviso de que un hombre toreaba vehículos en una rotonda cerca del cementario. Al ir allí se encontraron al acusado que intentaba abrir un coche con una llave que no era la suya. Su esposa y su hijo fueron a llevarle a casa y él asegura que no recuerda nada de lo ocurrido.
Según la defensa, la combinación de alcohol y medicamentos que había tomado el acusado provocó ese efecto. A esto se une que, según sostiene su letrado, Bosch padece una lesión cerebral grave.
Las acusaciones rechazan este argumento y se remiten al testimonio de los técnicos del 061 que la atendieron tras el fuego. Éstos señalaron que la sensación que dio el acusado es que fingía y que hacía como que no se tenía en pie cuando en realidad no padecía ningún tipo de daño grave.