La Audiencia Provincial ha condenado a 23 años de prisión a un hombre de 35 años por dos delitos de violación, otro de lesiones y otro de quebrantamiento de condena. El acusado violó dos veces a su pareja, con la que vivía en la calle María Canales de Palma y después le propinó una paliza con una botella de whisky. El condenado llegó a amagar con atacarla con un cuchillo, pero se detuvo ante los ruegos de la mujer. La víctima había sido operada dos semanas antes y el médico le había prohibido mantener relaciones sexuales hasta que se recuperara.
La sentencia da por probado que el 21 de abril de 2009, el acusado cometió el primer ataque. La víctima no podía dormir por las molestias de la operación y salió a dar un paseo por la noche. Al regresar, el condenado la recriminó que hubiera salido, convencido de que había ido a ver a un amigo y la violó. Dos días después, la mujer intentó abandonar al vivienda y se desencadenó el segundo ataque, el más violento. El acusado sólo se detuvo cuando la víctima le prometió que no le iba a denunciar e incluso intentó suturar las heridas con sus propias manos para evitar que se conocieran los hechos. La condena se basa en la declaración de la víctima y en los informes periciales y fija un tope de 20 años de prisión para el reo. El acusado, tras defenderse durante todo el juicio, reconoció de forma implícita los delitos: «Un hombre a veces se equivoca y tiene que pagar las consecuencias».