En sólo cuatro meses una banda formada por jóvenes magrebíes robó en más de 120 coches estacionados en calles de Inca. El asunto causó alarma social en aquella localidad y la Guardia Civil, en colaboración con la Policía Local, consideró como prioritario atajar la oleada de asaltos. Ayer se conocieron los primeros resultados de la 'operación Cristales Rotos': siete detenidos y abundante material recuperado.
Desde principios de año, la Policía Local comenzó a recibir, casi a diario, denuncias por robos en turismos. Al principio los agentes pensaron que se trataba de una oleada pasajera, pero se mantuvo la intensidad y el asunto empezó a preocupar muy seriamente. Los funcionarios diseñaron un gran mapa de la localidad y fueron apuntando cada punto donde se cometía un robo, con la hora y el modus operandi. De este modo, descubrieron cómo se movía la banda y llegaron a la conclusión de que se trataba de más de un implicado. Toda esa información fue traspasada a la Guardia Civil, que también andaba detrás de los hampones.
La zona más afectada por los robos era la que comprendía las calles Antoni Maura, Antoni Torrandell, Felip II y Plaça des Blanquer, en la barriada de este último nombre.
Vigilancias
La pandilla adoptaba estrictas medidas de seguridad para que sus miembros no fueran sorprendidos durante los robos, a pesar de que los agentes establecieron vigilancias estáticas e infiltraron a supuestos peatones que, en realidad, controlaban las calles más afectadas. Hace unos días se obtuvo la pista clave y poco después comenzaron las detenciones. Hasta ayer por la mañana habían sido arrestados seis magrebíes y un español, todos ellos jóvenes y uno menor de edad.
Son vecinos de Inca, pero los arrestos también se han extendido a Lloseta y Binissalem, donde algunos receptadores compraron ordenadores portátiles que fueron sustraídos de los coches y vendidos, después, a bajo precio.