«Código rojo. Hay un motorista muy grave en el suelo, en la confluencia de las calles Francisco Vidal Sureda con Bartolomé Pons i Coll. Parece que lo han arrollado». A pesar de lo que tronaba la emisora del 092 en la madrugada del viernes al sábado, no era lo que parecía.
Cuando los funcionarios se desplegaron a toda prisa y llegaron hasta esa dirección, se encontraron efectivamente con un joven sobre el asfalto, aparentemente inconsciente, pero había un detalle que no cuadraba: no había ningún indicio de accidente con fuga.
Los temores policiales se vieron confirmados cuando los agentes despertaron al muchacho, que estaba a varios metros de un ciclomotor, entre la acera y la calle, y aquél dio muestras evidentes de encontrarse completamente beodo.
Con las gestiones posteriores se confirmó que el ciclomotor no había sido arrollado por ningún vehículo y el 092 llegó a la conclusión de que el motorista se había caído sólo de la moto o, simplemente, se había quedado dormido al volante y había caído, a escasa velocidad.
Los funcionarios intentaron hacer reaccionar al joven para que aportara algún dato, pero al final procedieron a su detención y lo trasladaron en un furgón hasta el cuartel de San Fernando, donde por fin pudo dormir.
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