Prisión incondicional para Hermenegildo Fernández Salvá. El ex convicto y consumidor de 'crack' acusado de matar salvajemente a Laura Gallego Negre en Es Figueral prestó declaración ante el juez ayer tarde y después ingresó en la cárcel.
«El David» llegó a los juzgados de Vía Alemania pasadas las cuatro de la tarde, custodiado por la Guardia Civil y compartiendo grilletes con un acusado de una agresión sexual. Horas antes había recibido el alta del área de psiquiatría de Son Dureta y había sido trasladado a los calabozos de la Comandancia de Palma, en la calle Manuel Azaña.
La llegada a los juzgados alteró al presunto homicida, que se tapó el rostro con su camiseta y cerró con furia los puños, mientras era conducido a los calabozos. Ayer también continuaron los actos de repulsa por el crimen de Laura Gallego y en el ayuntamiento de Marratxí se guardó un minuto de silencio. El alcalde, José Ramón Bauzá, apoyó a la familia en estos momentos tan difíciles.
Investigación
Las diligencias por la muerte violenta de la joven toxicómana continúan, aunque el grueso de la investigación se entregó ayer en los juzgados palmesanos. Los agentes creen que la pareja discutió por algún asunto relacionado con su adicción a las drogas y que esa riña desembocó en una paliza brutal. Laura fue golpeada con distintos objetos contundentes, entre ellos un mando a distancia de un televisor que apareció manchado de sangre. La autopsia ha desvelado que la víctima recibió una «lluvia» de golpes en distintas partes del cuerpo.
El asesino se tomó algunas molestias para limpiar los restos de sangre del cuerpo y del garaje, pero de poco le sirvió porque los investigadores de la Guardia Civil hallaron el rastro. El acusado sigue sosteniendo que la muerte de su compañera sentimental fue accidental y ha ofrecido distintas versiones sobre lo ocurrido. La que repitió en varias ocasiones es que Laura compró droga en Son Banya y de vuelta a Marratxí se accidentó con un ciclomotor. Luego cambió el relato y afirmó que habían sido unos vendedores de drogas los que la habían apaleado.
Los investigadores creen que Laura no tuvo opción de defenderse de su agresor, quizás porque acababa de consumir sustancias estupefacientes y tenía las facultades muy mermadas. Así pues, fue una presa fácil para su verdugo.