JULIO BASTIDA-A. AGUILÓ
Claudio Alejandro Eugenio Merchan, es un joven sudamericano de 24 años de edad y vecino de la localidad de Inca.
El simple hecho de parecerse físicamente a un peligroso violador le ocasionó tener que permanecer dos meses y cinco días en la cárcel de Palma por un delito que supuestamente no cometió.
Los hechos se remontan al mes de diciembre del año 2006, cuando, un total de cinco mujeres resultaron asaltadas en plena calle y brutalmente violadas. Entre los meses de noviembre y diciembre las zonas de Cas Capiscol, Son Dureta, Son Oliva, Joan Miró y Son Dameto fueron el escenario elegido para cometer semejantes atrocidades.
El delincuente cogía a sus víctimas por el cuello, las empujaba contra la pared, les tapaba la boca al tiempo que les decía que si gritaban las mataría. Acto seguido se colocaba sobre ellas, al tiempo que les bajaba los pantalones y la ropa interior y consumaba la eyaculación en su interior. Posteriormente las mujeres fueron saqueadas y el violador emprendió su huida.
Tras una larga investigación por parte de los cuerpos de seguridad del estado, las víctimas reconocieron, por error y debido a la gran similitud física por parte de ambas personas de origen sudamericano, a Claudio Alejandro, un joven trabajador de la construcción que residía en Inca desde hacía varios años. Días más tarde, el joven era detenido e ingresaba en el centro penitenciario de Palma como medida cautelar.
Claudio Alejandro y su padre, han luchado día a día para demostrar su inocencia y finalmente lo han conseguido. El letrado Miguel Àngel Cardell, consiguió el sobreseimiento provisional y archivo de las actuaciones para con su defendido.
El letrado destaca la buena labor de la Policía Nacional y Guardia Civil, que no sólo han demostrado la inocencia de su defendido, sino que también consiguieron encontrar al verdadero autor de las agresiones sexuales.
La prueba clave para el esclarecimiento del caso, fue las pruebas de ADN efectuadas por la policía que demostró que Claudio había sido confundido físicamente con un brutal violador.
Ahora, meses más tarde y en libertad, el joven sudamericano «desearía que la gente no me mire mal. Yo no soy un violador. Espero que si la Justicia no me condenó espero que no lo haga la sociedad. Inca es un pueblo pequeño y aquí todo el mundo nos conocemos, no hay derecho que tenga que aguantar que me llamen violador cuando se ha demostrado que soy inocente», añade Claudio.