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Primer estallido violento en Muro después de las agresiones a las niñas

Un marroquí de 27 años intenta agredir a la propietaria de un bar que criticó duramente lo que hicieron los magrebies a las dos niñas de Muro

Imágen de los carteles publicitarios de la manifestación que hay colgados en los bares.

JULIO BASTIDA-JAVIER JIMÉNEZ

El primer episodio violento en el municipio de Muro después de los abusos sexuales a las dos niñas de nueve y diez años, no se ha hecho esperar.

El pasado viernes, a las seis de la mañana, un joven de 27 años y de nacionalidad marroquí se introdujo en el interior del bar Can Palau, sito en la conocida Plaça Sant Martí de Muro, y regentado por Francisco Siquier, su mujer y un hijo de ambos. El individuo después de protagonizar varios incidentes comenzó a insultar a la propietaria. Los ánimos iban caldeándose y el marroquí fue expulsado del establecimiento. A las doce del mediodía, el joven se personó nuevamente en el establecimiento provisto con un cuchillo. Acto seguido y en clara actitud amenazante intimidó sin piedad a la mujer. La rápida intervención de la Policía Local de Muro impidió el primer intento de agresión.

Pasadas unas horas, se volvió a personar el marroquí en el establecimiento. En esta ocasión se presentó provisto de una barra de hierro, de grandes dimensiones, y en clara actitud amenazante se dirigió nuevamente a por la propietaria del conocido bar Can Palau siendo reducido y detenido en primera instancia por la Policía Local. Debido a la gravedad de los hechos, el propietario Francisco Siquier, decidió presentar la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil.

Los agentes de la benemérita del destacamento de Santa Margalida, se hicieron cargo del detenido. El marroquí permaneció encerrado en los calabozos hasta el domingo, y posteriormente fue presentando ante el juez de guardia en los juzgados de Inca.

En estos momentos el acusado se encuentra en libertad y, según informaciones próximas a la investigación, indican que se ha marchado del pueblo por miedo a represalias.

La dueña del bar Can Palau, que en el día de ayer nos atendió en su domicilio particular apuntó: «No quiero que piensen que somos racistas, pero esto es una vergüenza. No se donde vamos a llegar, están todo el día en la plaza sin hacer nada y aquí nadie dice ni hace nada. ¿Y ahora qué? Un marroquí se presenta aquí con un cuchillo y una barra de hierro, lo detienen, se lo llevan y a los dos días está fuera».

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