La profesionalidad (y el buen oído) de dos operarios de Emaya salvó la vida ayer de madrugada a un marroquí que se metió, ebrio, en un contenedor de Palma y estuvo a punto de ser aplastado por el camión de la basura.
A las 3.00 horas un camión de la empresa municipal giró por las Avenidas en dirección a la calle Reina María Cristina, muy cerca del cine Augusta. El conductor se detuvo y los dos operarios que viajaban atrás se apearon y cargaron el primer contenedor, que estaba cerrado. Las palas mecánicas elevaron el cubo y volcaron su contenido en el interior del camión, con total normalidad. A continuación, los dos trabajadores repitieron el proceso con un segundo contenedor y fue entonces cuando escucharon, alarmados, gritos procedentes del interior del camión.
Ante la certeza de que una persona estaba a punto de ser aplastada, detuvieron las máquinas para compactar la basura y presenciaron, asombrados, cómo un magrebí, magullado y sucio, intentaba salir de entre la basura. El hombre, que aparentaba ir en un estado etílico considerable, fue atendido por el personal de una ambulancia, aunque los golpes que presentaba eran de pronóstico leve.
Luego, fue evacuado a Son Dureta, para que los médicos le sometieran a un chequeo más exhaustivo. La Policía Local, avisada por los operarios, también se personó en la calle Reina María Cristina. Los investigadores creen que el varón marroquí se introdujo por su propia voluntad en el contenedor, y terriblemente bebido se quedó dormido en su interior. Luego, cuando las bolsas del segundo contenedor le cayeron encima, se despertó y gritó asustado.