A las dos y media de la madrugada, aproximadamente, un repartidor de periódicos que circulaba en moto por la calle Can Valero, en el polígono del mismo nombre, detectó unas llamaradas espectaculares en un callejón donde se ubican unas 20 empresas, varias de ellas de carpintería, enfrente del colegio Aula Balear.
El testigo dio aviso a la policía y las primeras unidades llegaron minutos después, confirmando los peores augurios. Las llamas estaban ya tan extendidas en la nave 22 que el techo se vino abajo en ese momento, a pesar del gran despliegue de bomberos, Policía Local y Cuerpo Nacional de Policía. En total, formaban más de 30 efectivos de emergencia, pero el fuego había prendido en maderas y disolventes y no fue posible atajarlo hasta las 3.30 horas. La empresa de carpintería del número 22 quedó arrasada, y en el interior la maquinaria también quedó reducida a cenizas. Las altísimas temperaturas provocaron, además, que cayera parte del techo y la pared de los negocios marcados con los números 21 y 23. Se trata de naves industriales de dimensiones reducidas, pero aún así los daños son millonarios.
Una furgoneta que se encontraba estacionada en una de las empresas afectadas pudo ser rescatada a tiempo y mientras se llevaban a cabo las tareas de extinción -con dos camiones, un autotanque y un vehículo con escalerala policía abrió una investigación para aclarar el origen del fuego. En un primer momento se detectó un montículo de serrín, a las puertas de la nave 22, que había ardido, y se temió que el incendio fuera intencionado. Sin embargo, la puerta de acceso no apareció forzada y todo indica que la causa fue accidental. Los propietarios de las naves afectadas por el siniestro fueron avisados y se personaron en Can Valero para comprobar el alcance de los daños.