EFE-MERIDA
Matilde Agueda, de 81 años, que vivía en la Residencia de Mayores
«Nuestra Señora de la Piedad», de Almendralejo, falleció ayer de
madrugada acuchillada por su esposo, de 85 años. La pareja contrajo
matrimonio el pasado día 14. Matilde Sánchez Agueda, hija de la
mujer asesinada, aseguró que su padrastro «es un perturbado». La
hija añadió que lo ocurrido «no tiene explicación, sólo que era una
persona que estaba perturbada y en el centro en el que estaban, no
tenían conocimiento de ello», por lo que pidió que se le haga un
examen psicológico «que demuestre que estaba perturbado». Añadió
que «teníamos algunas pruebas» de esa perturbación, aunque «lo
considerábamos como rarezas», ya que había demostrado «un gran
sentido de posesión y muchos celos» hacia la mujer con la que había
contraído matrimonio hace sólo una semana y con la que mantenía
relaciones de hace un mes.
«Mi madre era una persona muy humilde, que se dejaba llevar y aunque nosotros hemos pensado que era una relación en la que él llevaba la voz cantante, nunca hemos podido pensar que llegaría este fin», indicó.
Sin embargo, el director de la residencia pública, Mario García, declaró que J.G.D., de 85 años, «era un hombre normal», que nunca había provocado altercados en el centro, ni había dado muestras de violencia hacia nadie. «Tenían una relación buena, cordial, afable y se les veía enamorados», declaró Mario García, quien también hizo referencia a «la prisa que les entró» por contraer matrimonio, a pesar de que solo llevaban un mes de relación. Sí reconoció el director que el presunto asesino se había obsesionado un día con que alguien entraba en el cuarto que compartía con la víctima, hecho que fue confirmado por fuentes policiales como posible móvil del asesinato, dado los celos que tenía hacia la víctima, que llevaba cinco meses en la residencia. Sánchez Agueda lamentó que el marido de su madre tuviera un cuchillo en la habitación que compartían, aunque lo justificó en que a menudo degustaban chacina, porque él había sido carnicero.