La empresa Pompas Fúnebres de Manacor ha sido condenado por una sentencia de la Audiencia de Palma a indemnizar a una mujer, porque los restos mortales de su marido han desaparecido. La sentencia, dictada por el tribunal de la Sección Cuarta de la Audiencia de Palma, condena también a una empresa aseguradora. La viuda recibirá casi un millón de pesetas de indemnización por el daño mortal que ha sufrido, al no poder saber donde se encuentran los restos de su marido, que fueron lanzados al osario común del cementerio de Manacor. La sentencia explica que en 1973 el hombre que más tarde falleció estableció un seguro de defunción.
La póliza comprendía su entierro en un nicho de alquiler, con lápida de mármol grabada. Este hombre falleció el 13 de diciembre de 1991 y fue sepultado por Pompas Fúnebres de Manacor en un nicho propiedad de esta empresa. Según parece, el alquiler del nicho era sólo por cinco años, pero la viuda del difunto desconocía esta cláusula. Así las cosas, al ser el nicho propiedad de la empresa funeraria se solicitó permiso al Ayuntamiento de Manacor para poder sacar los restos del nicho y lanzarlos al osario común. Ello ha supuesto que se hayan perdido la identidad de los restos.
La empresa funeraria de Manacor asegura que envió dos cartas a nombre del difunto, comunicando que se había terminado el periodo de alquiler del nicho. Sin embargo, la familia no las recibió, y los restos fueron sacados de la sepultura sin el permiso de la viuda ni de ningún otro allegado. El tribunal critica que la empresa de Pompas Fúnebres se atribuyera ante el Ayuntamiento (para solicitar los permisos para sacar los restos del nicho) una representación y autorización inexistente de la familia del difunto. Esta actuación, a juicio del tribunal, supone una negligencia. Los jueces señalan que la viuda ha sufrido por esta actuación negligente un perjuicio más moral que material, porque no puede ahora localizar físicamente donde reposan los restos de su difunto marido.
En la víspera de la Fiesta de los Difuntos esta mujer acudía al cementerio de Manacor a visitar la tumba de su marido. Sin embargo, según considera el tribunal, por culpa de la actuación de los responsables de la empresa funeraria ya no podrá hacerlo más, lo que se ha traducido en que esta mujer padezca un profundo estado depresivo.