Cuando la preocupación por el estado de los edificios y los hoteles de Mallorca va en aumento, ayer se conoció un caso alarmante de un bloque de apartamentos de Cala Major que amenaza derrumbe porque al parecer se construyó hace décadas sobre una fosa séptica. Hace un año el Ayuntamiento aconsejó que fueran reparadas las deficiencias o, en caso contrario, que no se habitara. El martes los bomberos de Palma procedieron a apuntalar los pilares, pero lo cierto es que veinte familias siguen viviendo en el edificio.
El bloque de apartamentos está ubicado en la calle Gaspar Riera, cerca de la clínica Capistrano, y el año pasado ya fue visitado por los bomberos, que habían sido alertados de la aparición de grietas en su estructura. Las anomalías se detectaron en la planta baja y el primer piso y los funcionarios municipales, en aquella ocasión, revisaron a fondo el estado del inmueble y emitieron un informe para alertar del deterioro de muros y pilares. En todo este tiempo la situación ha empeorado, según los técnicos, y la diferencia de criterios entre los vecinos han hecho imposible cualquier acuerdo sobre las soluciones a adoptar.
Un portavoz municipal informó que los residentes son conscientes del mal estado del inmueble y que incluso disponen de un fondo de 3.000.000 de pesetas para acometer las reformas. Sin embargo, no se ponen de acuerdo a la hora de nombrar a un técnico y las grietas siguen apareciendo. El martes por la tarde uno de los vecinos se puso en contacto con los bomberos y dijo que temía por su integridad y la del resto de residentes, por lo que una dotación se desplazó a la calle Gaspar Riera y comprobó que, en efecto, los pilares estaban soportando demasiada carga.
La inspección, no obstante, no fue fácil, ya que uno de los propietarios afectados negó en un principio la entrada de los especialistas. Según dijo, él era ingeniero y no había ningún peligro. Luego añadió que si querían acceder a su casa debían traer una orden judicial. Los bomberos, por su parte, le explicaron que no había riesgo de derrumbe inminente, pero que la situación era delicada y le advirtieron que si no les dejaba trabajar ordenarían desalojar la finca. Al final consiguieron apuntalar los pilares, pero "como ellos mismos reconocen" «ésa no es la solución».