Bartolomé Oliver Socías, un pescador de 54 años, murió a primera hora de la mañana de ayer al despeñarse desde 70 metros de altura en los acantilados de Cap Blanc, en Llucmajor. El rescate de su cuerpo fue especialmente penoso y se prolongó durante seis horas.
La víctima, un hermano y un amigo se desplazaron poco antes de las nueve de la mañana a las inmediaciones del faro y comenzaron el descenso para llegar a las rocas y disfrutar de un día de pesca. De improviso, una de las piedras cedió y Bartolomé se precipitó desde aquella imponente altura, ante los ojos de sus dos acompañantes que no pudieron hacer nada por auxiliarlo. El dispositivo de rescate se puso en marcha a las 9'20 horas y participaron bomberos de los parques de Llucmajor y Manacor, Guardia Civil, Policía Local, Protección Civil, equipos especiales de rescate en montaña y voluntarios.
La bajada hasta el lugar en donde yacía el cadáver del pescador fue especialmente complicada. Soplaba un fuerte viento -que impidió que actuara el helicóptero de la Guardia Civil- y el terreno se había reblandecido debido a las últimas lluvias. Los bomberos que descendieron tomaron todo tipo de precauciones y llegaron hasta las rocas con una camilla, donde cargaron el cuerpo sin vida de Bartolomé Oliver, que quedó completamente destrozado tras la terrible caída. Desde la parte alta de los acantilados un segundo equipo ayudó a subir a los bomberos mediante cuerdas.
Las tareas se prolongaron un total de seis horas, hasta las tres y media de la tarde, y el alcalde de Llucmajor, Lluc Tomás, se personó en Cap Blanc para interesarse por lo ocurrido. Familiares del fallecido también se desplazaron hasta aquel precipicio para seguir de cerca las labores. El juzgado de guardia de Palma recibió la comunicación del accidente y su titular ha ordenado que se practique la autopsia en los próximos días. La Policía Judicial de la Guardia Civil se entrevistó con los dos testigos del accidente y confeccionó el correspondiente atestado sobre la caída.