Una de las compañeras de las tres jóvenes prostitutas que presuntamente fueron asesinadas por Joaquín Ferrándiz declaró ayer que está «segura» de que el acusado frecuentaba las zonas en las que trabajaban las víctimas.
Ferrándiz es juzgado desde el pasado miércoles por este triple crimen, así como por los asesinatos de Sonia Rubio y Amelia Sandra García y por intentar matar a otras dos muchachas, por los que se enfrenta a penas de hasta 163 años de cárcel.
El acusado, que se mantuvo cabizbajo durante toda la sesión, se
limitó a negar con la cabeza las manifestaciones que realizó la
testigo.
Joaquín Ferrándiz, condenado en 1990 por una violación, figuraba en
la lista que los servicios penitenciarios entregaron a la Policía
sobre los presos que habían cometido un asesinato o delito sexual y
que se encontraban en libertad condicional a principios de 1996,
tras el hallazgo de los cadáveres de las jóvenes prostitutas
Natalia Archelós, Paqui Salas y Mercedes Vélez.
Sin embargo, Ferrándiz «no fue investigado en profundidad» porque «no había suficientes elementos de juicio para incluirlos en la investigación», según declaró uno de los agentes encargados del caso. El policía manifestó además que «nadie vio al acusado» por las zonas donde trabajaban las jóvenes, mientras que una de las amigas de las víctimas dijo que sí que vio a Ferrándiz en estas zonas.
La Policía detuvo en 1997 al camionero Claudio Alba, quien permaneció cinco meses en prisión y estuvo procesado por estos hechos hasta que Joaquín Ferrándiz se autoinculpó del triple crimen.