Los precios en Mallorca se encuentran totalmente disparados, hasta el punto de rozar la locura. Por citar un ejemplo, esta semana he llegado a pagar casi 7 euros por un refresco en un bar del centro de Palma; no diré el nombre, pero si aclararé que no era un establecimiento de lujo.
En mi opinión, se trata de todo un despropósito. Entiendo que los restauradores tienen que pagar alquileres muy caros, especialmente en esa zona, pero eso no justifica que por un refresco haya que abonar casi 7 euros.
Lamentablemente, los residentes en Mallorca ya no podemos disfrutar de nuestra Isla. Las zonas más hermosas están enfocadas a los turistas, que cómo sólo vienen unos días pueden permitirse más dispendios en el gasto.
Insisto, no quiero criminalizar a los restauradores, ellos se adaptan al mercado, que está totalmente descontrolado. De hecho, aseguran que aunque ahora las cuentas son más elevadas, el margen de beneficio que les queda es mucho más ajustado; precisan que algunos, incluso, tienen números rojos durante algunos meses del año.
En 2015, el diario ‘The Times’ de Londres eligió a Palma como el mejor lugar del mundo para vivir; ahora va camino de ser el lugar más caro del mundo para vivir. El precio de la vivienda está por las nubes, no para de subir y ya es de los más elevados de España. Lo mismo sucede con la cesta de la compra, que en sólo cinco años se ha encarecido un 34 % en Baleares.
El elevado nivel de vida que padecemos está motivando que muchas personas rechacen venir a trabajar a Mallorca. Con un buen sueldo, que roce los 2.000 euros, es muy difícil vivir en la Isla, salvo que se pueda compartir un piso con la pareja, o incluso, con desconocidos, ya que por menos de 1.500 euros mensuales es muy difícil encontrar un alquiler.
Lladres...