Es una alternativa a colgarte del teléfono móvil mientras esperas que el periódico del bar quede libre y puedas tú ojearlo u hojearlo: leer a quien lo está leyendo en esos momentos. Leer, en estos casos, equivale a fijarte con detenimiento (pero sin que se note mucho, disimulando e, incluso, haciendo como que miras el móvil) en cómo actúan quienes tienen un periódico en sus manos.
Están quienes lo primero que hacen al coger un periódico de papel en el bar -benditos bares, hay algunos que tienen hasta dos cabeceras diferentes e, incluso, cuatro- es cogerlo con las dos manos, darle un golpecito sobre la mesa para que sus páginas queden ordenadas y mirar la portada. Hay quienes empiezan a leer por la última página -si se trata de este periódico sabrán desde el primer momento de la mañana de qué van los Vuits i Nous y si esa día salen señores con chistera, puros y copa de balón celebrando la última del PP y Vox- pero también hay personas que empiezan por la primera y van pasando hojas hasta el final.
Luego están las que toman la portada como un escaparate donde elegir lo que les interesa. Pasan sin leer las páginas que preceden a la que buscan. Sí, no es una leyenda que también están quienes hacen sus propias anotaciones en las páginas. Incluso añaden ilustraciones. También hay quienes completan el crucigrama. Es muy interesante la lectura de quienes leen periódicos. Si mientras leen, también muestran una parte de su interior.
Te puedes imaginar de dónde vienen o a dónde van. Llegas a conocer a gente que no conoces, salvo de ese momento, por el modo en que se relaciona con los periódicos. Y tú te evitas mirar el móvil. Además, con el móvil no puedes abanicarte, ni siquiera dándole a la inteligencia artificial o a una aplicación cualquiera. Y con un periódico de papel, sí. Sobre todo en estos días de calor.