Es lo que parece

| Palma |

Mi vecino del primer piso se llama Juan Carlos y en la agenda de contactos del teléfono para diferenciarlo de otros con idéntico nombre le puse Juan Carlos Primero. El otro día en el bar donde tomo café por las mañanas compartía mesa con un conocido del barrio al que le tengo mucha envidia porque es un jubilado joven. Antes me daban envidia los futbolistas famosos, pero ahora solo anhelo ser un jubilado tranquilo, joven y con salud. Cuestión de prioridades. A lo que iba, en un momento dado me llamó mi vecino. El teléfono estaba en silencio y yo me encontraba absolutamente absorto leyendo el artículo de Enrique Lázaro por lo tanto no me di cuenta de la llamada entrante hasta que vi el rostro de asombro del compañero de café acompañado de una frase exclamativa. «¡Joder, te llama el Rey!». «No es lo que parece», le indiqué mientras contestaba. Un amigo que se llama Miguel, como yo, y vive en la calle Cervantes lo tengo como Miguel de Cervantes. Pero tampoco es lo que parece. Y es que mucha cosas no son lo que parecen. De hecho pocas cosas lo son a excepción del informe de la UCO sobre Cerdán, Ábalos y Koldo y las oscuras maniobras orquestadas bajo la apartada y a su vez cómplice mirada del número 1. La banda del Peugeot es lo que parece. Una fauna de tipos sin escrúpulos. Un portero de puticlub con un poder inmenso; un exministro tan falso como el beso de Judas y un exsecretario general que se vio millonario sin pegar palo al agua. Y ahora el emperador Sánchez también es lo que parece. Un personaje sin escrúpulos que dinamita al partido del puño, la flor, los obreros y los socialistas por una simple cuestión de supervivencia en la Moncloa. Es lo que parece. Parece la destrucción de un partido a costa únicamente de la supervivencia del líder.

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