Se sospecha que fue un espía tal vez doble o triple, fue también hasta la década de los treinta un comprador por cuatro duros, como su padre Lionel, de cuadros estelares de la enorme cultura que tuvimos en España: Velázquez, Goya, El Greco... En 1946 llegaron a Barcelona dos trabajadores del servicio de espionaje british (el Foreign Office), Enriqueta Harris, hija de la otra Enriqueta, y otro Harris sobre quien Enriqueta decía constantemente que no era pariente suyo.
Tomás Harris fue un puntilloso pintor de muy refinada cultura y multimillonario anticuario, que compró un buen cacho de Camp de Mar. Cuando se instaló en Mallorca, ya había liquidado su multimillonario negocio generacional de antigüedades. Recordemos que sus padres conocían muy bien nuestra Isla y a sus rapiñadores. Harris era muchas cosas a la vez: además de ser especialista en los grabados de Goya (como su hermana) y muy amigo de Robert Graves, pero lo cierto es que fue un magnífico pintor que se dedicaba a refinar la pincelada de Van Gogh e incluso a darle un toque muy propio. Sus dibujos son una maravilla. Sus escenas de Mallorca embelesan a todo el mundo. Sus retratos son surrealistas y a la vez psicodélicos.
Él solía exponer en las galerías Quint, por lo menos en 1949, o en las galerías Costa, por lo menos en 1955… y en Nueva York, Londres y en Madrid, etc. Conocido suyo (porque parece que Harris, por razones seudo profesionales, no tenía amigos, menos Robert Graves) fue el gran Juan Bonet, un estupendo periodista nuestro y un magnífico escritor, siempre lleno de curiosidades, con quien a veces (ca. 1987) tuve la suerte de pasear por el Borne, y cuyos escritos están por rescatar y estudiar porque fue uno de los primeros intelectuales mallorquines de la segunda mitad del siglo XX. Bonet, amigo por ejemplo del Torrente Ballester que vivió en el Migjorn, platicó varias veces con Harris, una de ellas en 1955 y escribió que este inglés «ha conseguido convertir su vida en una permanente inquietud».
Nuestro Harris se instaló, tras exponer con mucho éxito en Madrid (según el periódico Pueblo) en la Mallorca de 1948, dos años después compró la casa en Camp de Mar del también británico Cecil Windsor Aldin (1870-1935), famosísimo ilustrador de libros clásicos, como los de Dickens, y revistas y periódicos de temas del gusto de la aristocracia anglosajona: dibujaba sobre todo carruajes, catedrales, perros adorables.
A Cecil le dediqué un articulo en Ultima Hora en 2022. Harris, a sus 55 años, murió a causa de un accidente (o no), nunca lo sabremos: la Guardia Civil llegó a la conclusión de que su citroën derrapó justo en la entrada de Llucmajor. Lo atendió el doctor Lorenzo Prieto que no pudo devolverle a esa su vida llena de aventuras, incógnitas y sufrimientos. En 1965 se ponía a la venta su estudio de Camp de Mar de 6.500 m2 que estaba junto a lo que era entonces una playa «de finísima arena y aguas inigualables». A Harris le dedicaron dos magníficos libros tanto mi añorado amigo y gran novelista Antoni Serra como también Pedro de Montaner.