Decíamos el martes pasado que tras los últimos ataques brutales del PP (’mafia o democracia’ era el lema de la manifestación), el Gobierno aún sigue ahí y nos equivocamos totalmente porque lo que ahora sigue ahí es el fantasma del Gobierno, que no sabe que está muerto y aún intenta resistir y salvar las apariencias. Lo que nos indujo al error fue precisamente la elevación al máximo de las injurias del PP, que si bien lleva siete años acusando al Gobierno de ilegítimo, inmoral y corrupto y profetizando su inminente caída, tras lo de capo mafioso ya no hay nada que añadir.
Así que pensé, error imperdonable, que no había novedad, que los aullidos de alarma se quedarían en nada y el Gobierno en su sitio. Hasta que poco después resultó que el tal Koldo lo grababa todo, el impasible Santos Cerdán, íntimo de Sánchez y secretario general del PSOE, era un sujeto de cuidado, igual que su antecesor Ábalos, y el presidente Sánchez, en el mejor de los casos, un pardillo. Lo que ya no importa mucho, puesto que cuando salió a pedir perdón ya era un fantasma. Es propio de ellos creer que siguen resistiendo y que todavía les queda una misión que cumplir en este mundo, razón por la que no pueden abandonar el lugar donde fallecieron.
Es decir, el Gobierno, que ya es igualmente fantasmal. El que estamos viendo desde la semana pasada, todos sin moverse de los alrededores de su sitio y apareciéndose para trasmitir sus últimos mensajes. El Gobierno no sigue ahí, su fantasma sí. Espero que no por mucho tiempo, ya que aunque Sánchez aseguró que no adelantaría elecciones (qué va a decir un fantasma), por más que el PP se lo exija eso es lo que tiene que hacer. Y ganarlas. Los fantasmas, si no regresan pronto al Más Allá, se convierten en espíritus malignos. Eso lo sabe cualquiera que entienda de fantasmas. Y entonces es mucho peor, le volvería a dar la razón al PP.
Que, por cierto, se ha apaciguado mucho desde los hechos mencionados, un alivio; hasta Feijóo ha moderado el tono, acaso creyendo que el estallido del Gobierno, y su actualidad fantasmal, les redime con efectos retroactivos de los siete años insufribles que nos dieron. Y no, de efecto retroactivo nada. Tampoco importa. Lo único que importa es que el fantasma entienda que no tiene nada que hacer aquí. Se acabó.