Sostiene Fernando García Mongay, autor de ensayos sobre la tecnología de los periódicos, que para hacer buen periodismo se requiere tiempo. Este bien tan caro y tan escaso que no se compra ni se vende. «Es necesario que los periodistas tengan tiempo de escribir buenas historias, tiempo de consultar y acercarse a sus fuentes y tiempo para investigar», subraya. El Eclesiastés nos enseña que todo tiene su tiempo y hay un tiempo para cada cosa que se hace bajo el cielo. Hoy, cuando en nuestra profesión la calidad da paso a la inmediatez y arrecian las voces agoreras que pronostican la desaparición de la prensa en papel por la presión de las redes sociales, es el momento de reivindicar el trabajo de los periodistas. Y, sobre todo, el sentido y la vigencia plena de la prensa local. Nos equivocamos cuando priorizamos la rapidez sobre la calidad, a ser los primeros para avanzarnos a los demás. Y ello no significa renunciar a la primicia informativa, este gran placer de nuestro oficio, aunque el gran García Márquez nos advierte, sesudo, que «en periodismo, las primicias no son de quién informa primero, sino mejor». Necesitamos tiempo y reflexión para contrastar las noticias, confirmar los datos, hechos y personas, y evitar los errores. El periodismo con tiempo no puede ser un lujo, como reclama Maria Llull, subdirectora de Ara Balears. Es una condición indispensable para el trabajo bien hecho, como el realizado por Juan Carlos Ortego, que ha fallecido a los 65 años. Siempre transmitió sosiego y serenidad, mientras la tinta de la rotativa fluía por sus venas. Los tuits y los retuits que nos acechan durante las 24 horas, aceleran y merman nuestra capacidad de lectura y relectura. Para el análisis y la interpretación. Sabía bien Ortego que las respuestas correctas no circulan en la vorágine de las redes al devorar las mentes y pretender sustituir nuestro propio razonamiento.
Tiempo y reflexión para el buen periodismo
Josep Pons Fraga | Palma |