El otro día, durante un concierto al que asistía como público, tuve una experiencia que me hizo pensar una vez más acerca de estos tiempos locos que vivimos. En una sala increíble, ante un grupo de lo más competente y envuelto por una música y un despliegue de luces verdaderamente sobrecogedor, me dejé llevar como suelo hacer siempre por las sensaciones y la intensidad del momento, cerrando los ojos y punteando una imaginaria guitarra mientras me sentía estremecido por lo que pasaba a mi alrededor… cuando de repente me di cuenta de que el tipo que tenía a mi lado estaba grabándolo todo con su teléfono móvil. Es decir, no me grababa a mí, sino el espectáculo, muy concentrado en que la preciosa canción quedase bien registrada en su aparato, igual que hacían tantos otros a su alrededor. Y yo, que estaba viviendo el momento sin preocuparme de nada más, no pude evitar preguntarme si toda esa gente que es incapaz de dejarse llevar y disfrutar de la vivencia sin que sea necesario que quede grabada en algún sitio, harán lo mismo con sus parejas en sus momentos más íntimos, es decir, cuando ambos están en la cama dedicados a sus placeres. Porque cierto es que hay parejas que lo hacen y lo disfrutan, y nada tengo yo en contra… pero la verdad es que si una conducta semejante va a impedir que estemos plenamente en lo que tenemos que estar, a lo mejor lo que va a conseguir es arruinarnos la diversión en lugar de potenciarla. O eso me parece a mí, por lo menos.
¿Estás grabando?
Házael | Palma |