Si ya en la gestión de la vida diaria vemos los remiendos y parches de nuestros políticos, la llegada de una catástrofe como la DANA ha roto todas las costuras. Da pavor ver en manos de quiénes estamos o podríamos estar. Hablo del PP, claro, ya que en este caso la actuación del Gobierno central, pese a los infinitos bulos, se acerca a lo irreprochable.
Primero el costurón del Rey, que en su primera intervención apareció en traje de faena inmaculado; una forma muy borbona de expresar su solidaridad. Ridícula, como siempre. Después la sucesión de errores del Gobierno valenciano, las mentiras para encubrirlos y, finalmente y como era de esperar, toda la culpa al gorrión por comer trigo. La derecha tiene el don innato de convertir cualquier situación catastrófica que provoca en una película de Berlanga. Mismamente Feijóo, estelar en su papel de político incompetente y mentiroso, que empezó quejándose de que el Gobierno de la nación no le tenía informado al minuto, siguió con que el Gobierno de la nación no había hecho sus deberes y ha culminado enfangando al gobierno de la nación y al país entero ante la Comisión Europea en un intento torticero y bastante indigno de vetar la elección de Teresa Ribera como vicepresidenta europea.
Porque la responsabilidad última no es de Mazón, como todo buen muñidor de bulos sabe. Ante la pérdida de tantas vidas y tamaña catástrofe material, da vergüenza ver tal despliegue de bulos, trolas y embustes. Y el caso es que aquí no dimite ni Dios.