Las mujeres inteligentes tienen a un hombre gay en su vida. No son inventos de las series americanas, sino verdades como puños: los homosexuales son grandes amigos. Por supuesto que nos enamoramos de los heterosexuales. Son los que nos atraen sexualmente y, por tanto, también son nuestras parejas de vida: las personas con quienes deseamos crear vínculos sólidos, compromisos, complicidades íntimas... Sin embargo, el mundo hetero masculino tiene sus deficiencias.
Ellos dirán que las mujeres somos muy complicadas. Nosotras constataremos que, a menudo, ellos son simples emocionalmente, incapaces de expresar o gestionar lo que sienten. Eso de que los hombres no lloran, por desgracia, sigue vigente. Por supuesto que hay grandes excepciones. Nunca es bueno generalizar. Abogo por la educación de los niños. Defiendo la necesidad de que en los colegios e institutos se hable de la importancia de manifestar los sentimientos, de aprender a comunicarlos a quienes nos importan, de convivir de una forma natural y sin miedos con los estados del alma.
Los hombres gais comprenden sin esfuerzo las complejidades de las mujeres. Intuyen que esas mismas complejidades nos hacen más interesantes. No se sienten desbordados si les expresamos nuestras necesidades, deseos o aspiraciones porque están dotados de una sensibilidad distinta, que les hace grandes compañeros de viaje. Mis amigos homosexuales no se asustan si lloro, si expreso miedo o rabia. Comprenden, escuchan y te abrazan. Hablan de temas emocionales sin tapujos porque su mente es amplia de miras y su interés sincero.
Suelen tener un sentido del humor especial y una gran capacidad de acogerte sin juicios ni preguntas. Si consigues incoprporar un hombre gay a tu vida, tienes un tesoro. Cuídalo, valóralo, ten la certeza de que va a estar ahí, cuando haga falta. Sal a tomar una copa con él, comparte una sesión de cine o una larga charla. Las mujeres inteligentes lo tienen muy claro.