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El último voto

| Palma |

En esta comedia del director Joshua Michael Stern (2008) la repetición de un solo voto decide la presidencia de los EUA. Últimamente la palabra democracia lo justifica todo y se exige al mundo entero. Si España (34,5 %) sigue a Rumanía (39 %) en pobreza infantil en la UE; si escasean las ayudas a los damnificados por un huracán, porque los fondos se han empleado en armas para guerras que no son propias, incumpliendo la enmienda Leahy que prohíbe ayudar militarmente a fuerzas extranjeras que violen impunemente los derechos humanos (EUA); si se atacan escuelas, hospitales, iglesias o mezquitas centenarias, una sede diplomática con docenas de muertos como efecto colateral, e incluso de forma reiterada a las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas; si se mata a los propios ciudadanos para evitar que sean tomados como rehenes; si se invaden países; si se realizan ejecuciones extrajudiciales bombardeando un edificio entero, un hospital o un campamento de refugiados (Israel), está bien si lo hace un país democrático. Es la protección del voto, aunque luego se acepte que haya tránsfugas a los que no se votó, sino que se votó a un partido, se formen coaliciones postelectorales (España), gobiernos contrarios al voto popular (Francia), o políticas proguerra nuclear sin consulta ciudadana. Solo hay democracia si los cargos electos actúan por y para el pueblo, con una actitud ética, de paz, buena convivencia y respeto a los otros países. Termino con tres citas: «Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen o su religión. La gente aprende a odiar. También se les puede enseñar a amar. El amor llega más naturalmente al corazón humano que lo contrario» Nelson Mandela. «El mundo es suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero demasiado pequeño para la avaricia de algunos» Mahatma Gandhi. «El mundo es lo suficientemente grande como para que todos los países se desarrollen y progresen juntos» Xi Jinping.

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