Esto es como el café para todos, pero con un chorrito de coñac. Carajillo para todos, singularidad para todos, aunque unos más singulares que otros. Parece que se debilita mediáticamente el huracán de la amnistía (catalana), convertido ya en tormenta tropical, pero ahora la gran borrasca que azota la actualidad, con titulares diarios, tornados de palabrería y barones regionales saltarines clamando al cielo, es el oscuro asunto de la financiación autonómica. De la catalana sobre todo, naturalmente. Una borrasca fruto del pacto de PSC y ERC, que aunque a estas alturas nadie sabe en qué consiste (ni los firmantes parecen saber qué pactaron), al tratarse de dinero y no sólo de identidades propias y patriotismos, enseguida alcanzó categoría 5 en la escala Saffir-Simpson de huracanes, con vientos superiores a 240 kilómetros por hora, que se llevan por delante mobiliario urbano, las enrevesadas explicaciones del Gobierno y hasta los sucesivos nombres del arreglo pactado. Concierto catalán, cupo catalán, federalismo financiero asimétrico, nueva solidaridad insólita, singularidad para todos. Etcétera, porque hace semanas que me perdí. Como cuando el café para todos autonómico, con sus singularidades, sus comunidades históricas y las que, no siéndolo, también accedían a históricas y singulares con un poco de esfuerzo. Que es lo que saca de quicio a los catalanes desde hace 40 años, al rebajar su historicidad verdaderamente histórica. Y que empieza a alarmar a los indepes de ERC, recelosos firmantes del acuerdo, que se temen el timo de la singularidad para todos. ¡Singularidad obligatoria para todo el mundo! Y para qué quieres ser singular si todos lo son. El caso es que aquí siempre tenemos más problemas con los nombres de la cosa que con la cosa en sí; los cambiamos cien veces, los sepultamos en eufemismos, y siguen dando problemas. Agravados al tratarse esta vez de dinero, mucho ojo con eso. Concierto, cupo, financiación singular, federalismo solidario… Qué más da. El Gobierno ya lleva semanas torturando sustantivos y adjetivos, pero sin soltar prenda. Yo no me tengo por comentarista singular, y estoy seguro de que este párrafo también lo ha escrito ya todo el mundo. Es lo que ocurre con los huracanes mediáticos de nivel 5. Nos igualan. Arrasan sin distinción.
Singularidad para todos
Enrique Lázaro | Palma |