Habrán oído a menudo que tal cosa marca un punto de inflexión en tal otra cosa, porque el lenguaje periodístico está lleno de puntos de inflexión y eventos históricos que se olvidan a los pocos días, y de punto de inflexión nada. Cualquiera creería que esos puntos abundan, y los puedes encontrar en todas partes, y hasta pisar alguno sin darte cuenta. Y no, no hay tantos. Esto lo sé porque yo sí tuve un auténtico punto inflexión en la estantería, bastante grande y muy pesado, que parecía un grano de uva Merlot o Pinot Noir, pero más negro.
Lo compré de jovencito por cinco pesetas en una tienda de antigüedades y rarezas detrás de la Lonja de la Seda de Valencia, que estaba al lado de una de aperos para caballos, y desde entonces lo tenía en un cenicero decorativo con un grabado de Los jugadores de naipes de Cézanne. Creo haber contado que siempre me gustaron los objetos exóticos, de los que llegué a tener sobre la mesa, en cajitas o estuches, tres pelos del diablo, una escama nacarada de la Dragona de la Felicidad Celestial, una hipotenusa (que desapareció un día en busca de dos catetos), el pomo de la puerta del gabinete de Balzac y hasta ese punto de inflexión que digo. Cierto, en la mayoría de los casos me estafaban traficantes de rarezas sin escrúpulos, pero me daba igual porque falsos o no me gustaban de todas formas, y les atribuía poderes de amuleto.
Pero volvamos al punto de inflexión, que he paseado toda la vida de aquí para allá más de medio siglo, de domicilio en domicilio. Sin ningún efecto especial; a veces lo miraba y lo tocaba, lo sopesaba. Para nada. En geometría analítica, el punto de inflexión es cuando la gráfica de la función cambia de concavidad, pasando de cóncava a convexa y atravesando la tangente. Aparecen en el cálculo de derivadas, y no es algo que ocurra en la vida práctica, y menos cada dos por tres. Las abstracciones no hacen eso. Ni mucho menos. Matemáticamente, la segunda derivada de la función en el punto de inflexión es cero. Quizá por eso, tanto tiempo después, mi grueso punto de inflexión, brillante como un grano de uva Merlot pero más pesado que el plomo, desapareció hace meses. Fin, se acabó. Ignoro que significará eso.