Aunque no lo quieran ver, la situación del PSOE es crítica: de SOS. En su día se leyó como una jugada estratégica, otra más, de Pedro Sánchez, adelantar las elecciones generales para obligar a sus barones a cerrar filas y no hacer autocrítica; fue un error. El resultado de las autonómicas del 28 de mayo fue catastrófico para los socialistas: sólo gobiernan en tres comunidades.
Sin embargo, un error estratégico de Alberto Núñez Feijóo -pactar con Vox gobiernos en ayuntamientos y regiones- hizo que muchos socialistas se tapasen la nariz y votasen a su partido con la única finalidad de no ver a Santiago Abascal de vicepresidente del Gobierno de España. Aunque Sánchez perdió las elecciones, logró seguir en la Moncloa gracias a los pactos con Sumar y los nacionalistas. Las elecciones gallegas han puesto de manifiesto que el PSOE tiene un problema muy grave. Sánchez tiró de estrategia y aprovechó otro error del líder del PP -sobre la amnistía- para intentar que el gobierno de la Xunta fuese para los nacionalistas y socialistas. El secretario general del PSOE se volcó en la campaña gallega y convirtió dichos comicios en una segunda vuelta de las generales del 23-J. En esta ocasión no logró su objetivo y se ha puesto de manifiesto que un partido con 145 años de historia hace aguas. Una vez conocido el resultado, el PSOE argumenta que las gallegas no se pueden leer en clave estatal y apuesta por reforzar los liderazgos regionales. En mayo, los candidatos eran fuertes y perdieron; fueron recolocados en otras instituciones. El problema es ¿quién sería el cabeza de lista en Balears si hubiese un adelanto electoral? El panorama para los socialistas no es nada halagüeño. En las elecciones vascas pueden salvar los muebles, habrá que ver el efecto Bildu, pero en las europeas lo tienen muy complicado. Lo que faltaba era el caso mascarillas. PSOE SOS.