La decisión del Tribunal Constitucional de admitir a trámite el recurso contra la supresión del requisito del catalán en la sanidad pública balear, presentado por la OCB a través de 50 diputados de la izquierda, tal vez, en el fondo, sea un alivio para el Govern conservador de Marga Prohens, en la actualidad atrapada de pies y manos por sus acuerdos con Vox, que la abocan a un berenjenal político de enormes proporciones cuando en el próximo curso académico tenga que sacar las tenazas en los centros docentes para hacerle el torniquete a la lengua propia de Balears. A finales de este año es posible que se arme otra marimorena semejante a la de hace una década cuando mandaba el ínclito José Ramón Bauzá. Y ella se lo ve venir.
Es debido a estos negros antecedentes que a Marga no le iría nada mal que el Constitucional, en la actualidad de mayoría progresista, fallase a favor del recurso de la l'Obra y la izquierda. Con ello caerían en sus manos las suficientes armas políticas para intentar paliar su sumisión ante el batallón Abascal. Porque su principal objetivo es evitar el rearme moral de la sociedad isleña contra el intento ultra de orillar la lengua de Ramon Llull y su vigencia en el Archipiélago desde hace casi 800 años.
Dado el delicado equilibrio político en el que se mueve, Prohens se ve forzada a manejar dos caras, una en público en forma de conservadurismo descarnado, y otra de privado, donde debe maniobrar para intentar librarse de parte de las ataduras de Vox. Por tanto, no sería de extrañar que de noche y de puntillas haga alguna escapadita a La Sang para encender un cirio y rogar que el Constitucional falle a favor de l'Obra en el asunto lingüístico sanitario. Y además que sea rapidito. Para ella, sería la excusa perfecta para lidiarle a Vox el toro educativo antes de que estalle un incendio que, como en tiempos de Bauzá, puede alcanzar proporciones bíblicas.