Igual que el fútbol, la actualidad española es una cosa básicamente madrileña, de Madrid capital, con algunas aportaciones catalanas en razón de la importancia económica y cultural de Barcelona. La Liga (la actualidad) siempre es cosa de dos, pero nos afecta seriamente a todos los provincianos, que ya estamos hartos de sus monsergas y trifulcas. Seamos de Lugo, Zamora, Huesca o Palma, los provincianos sin ansiedad de poderío y distinción, no vemos nunca la manera de que nos dejen en paz, felices en nuestra falta de grandeza histórica. La actualidad, cosa de gentes capitalinas, nos avasalla cada día, cargada de ruido y noticias terribles. Una forma de defendernos de esta invasión de dinosaurios que llenan los informativos, y cuyos pasos hacen temblar la tierra, es precisamente fijarse por ejemplo en las ridículas manitas de los fieros tiranosaurios. Son irrisorios, esos bracitos y manitas, no sirven ni para rascarse las orejas. Claro que los dinosaurios no tienen orejas, y por eso se lo pueden permitir. Para qué quieres manos si total no tienes orejas, y eres sólo boca. Que bocazas, esos dinosaurios desorejados de la actualidad. No paran de largar ni para soltar dentelladas; ni para comer callan. Les acompañan grandes manadas de bullangueros comentaristas, que al igual que los líderes políticos, viven en un mundo de fantasía (cómo deberían ser las cosas), lleno de deseos, terrores y rencores, en el que los provincianos nos aburrimos mortalmente. Si, la actualidad es una fantasía despiadada de colosales proporciones, resultado de docenas de lunáticos intentando imponer su cuento de hadas, o de monstruos, mientras numerosos augures adivinan el futuro en el vuelo de las aves. En esto les superan los arúspices, más científicos (sociólogos, politólogos, analistas etc.), que utilizan la técnica adivinatoria etrusca de examinar las entrañas de animales sacrificados. Luego se comen la fuente de datos. En fin, sólo quería decir que no existen orejas de dinosaurio, pero me lie por exceso de fantasías. Es lo que ocurre si estás demasiado tiempo pegado a la actualidad política y sus bramidos. Que no son nada realistas, y hasta en provincias de ultramar se oyen. Qué murga.
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