Una piensa que el jurado popular podía ser la fórmula de democratizar la justicia, de hacer empática la decisión sobre acusados o víctimas en un sentido más mundano: el ciudadano poniéndose en la piel del enjuiciado; mañana podría ser yo. Más justo, incluso. Pero hay resoluciones que sorprenden. Como la de Pau Rigo, que por ser víctima (de robo) sin buscarlo le han abocado a ser acusado (de homicidio), culpable sin los votos necesarios e inocente para gran parte de la sociedad porque él se defendió ante un robo con violencia en su propia casa.
El jurado popular se reinstauró en España en 1995, aunque los primeros juicios no se celebraron hasta 1996. Recuerdo con el interés que iba a cubrir el primer caso con jurado popular en Castellón para El País. Había mucha expectación y yo me imaginaba un proceso del estilo película americana, pero se aplazó porque el juez aceptó la objeción de conciencia para eximir a una mujer que había sido seleccionada para decidir sobre un presunto caso de homicidio. El fiscal pedía para el acusado 13 años de cárcel, la acusación más de 17 y la defensa la absolución por actuar en «defensa propia».
La legítima defensa exonera de responsabilidad criminal a quien comete una acción punible para protegerse a sí mismo, a una persona o derechos propios o ajenos ante una agresión ilegítima previa, según el artículo 20.4 del Código Penal. La legislación cita explícitamente la defensa del hogar ante una «entrada indebida». Ya sabemos que hay condicionantes y limitaciones, pero en el caso de Pau Rigo hubo invasión de una vivienda con los propietarios dentro, la finalidad era el robo, las víctimas son ancianos, los asaltantes iban armados y eran más en número, jóvenes y fuertes comparativamente, había reincidencia…
Cinco personas han decidido su culpabilidad, pero miles reclaman su inocencia y recogen firmas para su absolución. Creen que a Pau Rigo le destrozaron la vida el maldito día que entraron en su casa. Era la víctima y dejó otra víctima. Se entiende el pánico por su integridad y la de su esposa, pidiendo repetidamente auxilio, como demuestran los audios del 112, y simplemente queriendo sobrevivir. Muchos son los que piensan que este hombre lleva cinco años de calvario, sometido a una vejez sin paz sin haber buscado guerra. Entienden que no es justa la justicia que apoye que debas dejar que te maten antes de defenderte.
Creo que nunca una palabra polisémica encajó mejor en un caso. El fallo es un gran fallo. A ver si se corrige en la repetición.