que somos de poco hablar. No es algo malo. Solamente un poco incómodo. Puesto que si no nos gusta hablar, puede que en muchas ocasiones acabemos haciendo algo que no nos convence o que nos parezca una imposición. Simplemente por no rechistar. Es algo que, en el fondo, actúa en nuestra contra, ya que el hecho de que acabemos aceptando algo que no nos parece oportuno o que puede que vaya en contra de nuestras convicciones, no significa que lo hagamos con seguridad; es sólo que no nos apetece abrir la boca. Ya dicen, sin embargo, que quien calla otorga. Así que no nos queda más remedio que aceptar lo que venga por muy terrible que sea. Y únicamente porque no nos gusta hablar… Puede que alguna vez tampoco tengamos nada que decir o que nos dé una pereza monumental. Lo cierto es que no decimos ni mu. Esto nos pasa factura alguna vez, pero tampoco nos importa demasiado. Si no eres hablador, te jodes y ya está. Digo todo esto porque los poco habladores tampoco estamos de moda. Nuestro desfase no tiene límites. Estamos tan acostumbrados a escuchar constantemente al prójimo en todas partes, que ya no nos parece indecente la cantidad de opiniones, ideas, comentarios y contenidos que afloran como caracoles después de un día de lluvia. Es de lo más normal. Pones la tele y, al poco rato, la apagas; te resulta insoportable tal cantidad de palabrería solapándose. Unos a otros se intentan hacer callar (dónde está la educación, terminas preguntándote de paso). Los debates son insufribles. Se te olvida qué era lo que te habías propuesto mirar. Pero, en fin, luego recapacitas y te mofas: todo sea por el diálogo. A mí me parece que el diálogo está sobrevalorado. Es otro nuevo dios. Sin diálogo no es posible nada. Ya lo dijo el otro día la presidenta del Congreso: los objetivos se consiguen con diálogo. Hace años que todos los políticos preconizan la necesidad de diálogo para lograr sus propósitos. Los hay que incluso piensan que lograrán la independencia a base de diálogo. ¿No será mucho diálogo, en fin? No sé de ningún pueblo que haya conseguido la libertad utilizando el diálogo. A lo mejor es que se está convirtiendo en un tópico que se suelta sin pensar realmente en lo que significa. Y, claro, con las modas, ya se sabe.
Sobrevaloración del diálogo
Neus Canyelles | Palma |