El término rentista nació en la Francia de los siglos XVII y XVIII para hacer referencia a los receptores de «rentas» agrícolas. Sin embargo, desde principios del siglo XX, debido principalmente a la influencia de Keynes, se utiliza para referirse a quienes, de forma pasiva (i.e., sin ejercer ninguna función productiva) reciben ingresos. Keynes llegó a proponer la «eutanasia del rentista» como solución al parasitismo y las disfunciones del sistema de producción capitalista.
Tradicionalmente se ha considerado que en el capitalismo sólo existen dos clases: los capitalistas y los trabajadores. Keynes y los keynesianos tienden a pensar que existen al menos tres: rentistas, empresarios y trabajadores. Pensando en términos de clases sociales, rápidamente nos damos cuenta de que siempre hay ganadores y perdedores; y con los tipos de interés nominales ahora en o cerca del 5 % en todo el mundo, es demasiado evidente quienes son los ganadores. Los tipos de interés suponen el coste de financiación para empresas y hogares, y un ingreso para los rentistas. Esto es lo que impulsó a John Smithin, en 1996, a referirse a las políticas de austeridad monetaria como La venganza del rentista: las subidas de tipos sirven al rentista para recuperar lo perdido (o lo que él considera que ha dejado de ganar) debido a la inflación u otras causas.
En los años ochenta, tras décadas de tasas de interés bajas, los bancos centrales de todo el mundo, bajo la influencia del presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, elevaron los tipos de interés a niveles sin precedentes. En el mundo moderno, tales cambios en los tipos de interés nominales ya no apuntan genuinamente a la estabilidad del mercado financiero, sino que supuestamente se dirigen a influir en la tasa de inflación. El episodio de 1979-1982 se repitió menos de una década después, en 1989-1991, bajo el nuevo presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. Y diez años después, en 2001, tras la crisis de las punto com. Parece que los rentistas «se vengan» cada diez años.
¿Cuáles son los efectos de unos tipos de interés reales más altos? Existe una relación negativa entre la tasa de interés real y la tasa de salario real promedio anual después de impuestos. El tipo de interés es, por tanto, una variable distributiva. Subir tipos implica que una de las tres clases sociales, los rentistas, se queda con una parte del pastel superior, a costa de las otras dos (empresarios y trabajadores). ¡Esto ya lo vio clarísimo Adam Smith en 1776!
El movimiento actual hacia tasas de interés reales más altas es un caso clásico del déjà vu. No cabe duda de que se trata de una mala noticia tanto para la economía como para la distribución de la renta. Tal vez la tasa de inflación ahora sea un poco más baja que hace unos meses, pero ¿a qué precio?