Cometemos a menudo el error de valorar demasiado tarde el significado que tienen determinados hechos y personas. Una sociedad, una historia colectiva, se construye a base de ambos y estos terminan constituyendo referentes que permiten marcar un rumbo compartido o bien ser ejemplares. Esos referentes, de un valor enorme y enriquecedor, pueden estar tan cerca que en ocasiones pasan desapercibidos. Una isla tan pequeña como la nuestra no deja de propiciarnos personajes magnánimos y, por ello, me sumo al respeto y recuerdo de Gabriel Sampol. Fue uno de nuestros grandes empresarios que, habiendo recibido en vida todos los honores y disfrutado tanto de sus proezas como del exitoso relevo generacional, no dejaba de ser una persona entrañable, cercana y siempre atenta en cualquier momento y ámbito de su día a día. Le recordaré caminando con agilidad por Palma desprendiendo el vigor y el vitalismo que caracterizaba a un montuirer, que supo llevar la empresa de su padre a tantos puntos del planeta.
El logro se describe fácilmente pero tiene un punto épico que, sin duda, subsistirá entre nosotros. Sentenciaría que, afortunadamente, son muchas las cosas que sí merecen perdurar y que deberíamos volver a poner el foco en ellas. En esta dirección o intención se dispone s'Arracó, tras el estreno del documental en cuya dirección ha trabajado duramente Víctor Álvarez durante los últimos años. S'Arracó entre el blanc i el negre, tras muchas vicisitudes, es ahora un impulso para recuperar la memoria de la cotidianeidad, convivencia y pensamiento de aquel quinquenio en el que actual llogaret fuera villa independiente. Fue una época en la que también florecieron municipios como Lloret y del que se apearon los arraconenses en 1930 por cuestiones que nunca llegaremos a conocer con total certidumbre. Fue una corta etapa que, casi cien años después, va a provocar un rescate identitario que debería reproducirse en muchos otros municipios y que supone tirar de archivos y de esfuerzos personales para rescatar esa memoria del olvido. Es una memoria que no busca votos ni tampoco abrir heridas o controversias ya superadas, aunque en el argumento aparezcan contrabandistas, financieros sobradamente conocidos o els blancs i els negres y la rivalidad con el pueblo vecino, Andratx (como ocurría en otros puntos de nuestra geografía).
Estas cuestiones relacionadas con la memoria y la historia corren, sin duda, el grave peligro de politizarse y procede sublimar a un fin superior que es el de rescatar la identidad sin mayor pretensión que devolver a estas islas su personalidad ante la fagocitante globalización. Saber de dónde venimos nos hará mejores e incluso se convierte en algo interesante que contar a aquellos viajeros preocupados por conocer el lugar que visitan. El resurgir de movimientos así pueden ser una palanca y nexos de ilusión entre quienes observan que el paraíso se vende y se desvanece. No podemos achacarles a otros nuestra falta de interés. Tenemos referentes y es hora de darles valor.