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El coro de loros

| Palma |

El delegado del Gobierno en Madrid, que se ha permitido la vileza de elevar a Bildu a los altares democráticos –el partido que incluyó en sus listas a los asesinos de la banda que asesinó a 506 policías y guardias civiles, y que hoy tiene a sus compañeros bajo sus órdenes– es indigno del cargo que ocupa. A ellos les ha venido a explicar la generosa contribución a su bienestar de aquellos pistoleros del tiro en la nuca: «Han hecho mucho más por todos los españoles y por España que todos los patrioteros de pulsera juntos.» Poner a Bildu, y también a ERC, como ejemplo de patriotismo, aparte de ser un desatino, muestra su degradación moral.

La memoria de las 857 víctimas, algunas de las cuales cayeron a manos de los hoy electos concejales del partido que es socio del Gobierno, debería ser digna del mayor respeto por cualquier autoridad y nunca objeto del insulto hiriente de un petimetre cegado por el sectarismo.

Si hasta ahora el PSOE había pagado el apoyo de Bildu con el blanqueo de su historial, con la soflama del tal Paco lo ha elevado a gran benefactor de la patria que «ha salvado miles y miles de vidas» por apoyar los confinamientos, ilegales estos, según el Tribunal Supremo, y falsa la afirmación, pues Bildu no avaló ninguno de ellos.

Los de Otegi han aprovechado su legitimación para tener amedrentados en su territorio a todos aquellos que defienden la Constitución, sin privarse de homenajear en actos públicos a los presos terroristas cuya puesta en libertad ha facilitado este Gobierno. Paco también ha celebrado la leal contribución de Junqueras a la patria pasando por alto que dieron un golpe de Estado con el objeto de destruir la nación española y que el Gobierno indultó e hizo desaparecer el delito por el que fueron condenados, pese a que no se han cansado de fanfarronear con el ‘Ho tornarem a fer'.

Este individuo no es más que uno de esos muñecos de guiñol que maneja La Moncloa para denigrar a más de la mitad de los obcecados españoles que osan votar a la derecha; muñecos que repiten como loros las consignas del día («se han saltado la línea roja y le han puesto alfombra roja») sin el menor rubor, sin cambiar una coma. Paco se ha venido arriba en su fidelidad perruna superando la habitual bajeza de su amo.

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