Somos cada vez más de derechas, y ya puestos, también de ultraderechas. En todas partes. Aquí en Palma, en Mallorca, en Balears, en España y, desde luego, en el ancho mundo. En las elecciones del domingo, tan importante como el recuento de votos, es el recuento de interpretaciones y relatos, ya que se elegían muchísimas cosas además de 8.000 alcaldes y una docena parlamentos autónomos. Se elegían futuros pactos, por ejemplo, así como tendencias, sensaciones, ideas y pronósticos. Y las interpretaciones, decía. Ya en los primeros escrutinios de la noche, sin hacer caso de la cautela y prudencia que recomendaban todos los comentaristas, mi interpretación fue que había ganado Vox, y de qué manera. No sólo ya son un partido perfectamente estabilizado y tan normal como cualquiera, sino que empujan al PP hacia su zona, que es donde abundan los votos. Es el relato que va ganando, vaya por Dios. Luego suavicé un poco esa primera interpretación, bien que de mala gana, hasta dejarla en ese titular de que somos cada vez más de derechas. Y en los detalles, las especulaciones, los pactos, las tendencias, los trapicheos y los efectos concretos de tal constatación ya apenas me he fijado, porque si somos muy de derechas, todo lo demás son fruslerías. Ciertamente, las reiteradas, inverosímiles y mediáticas tonterías de la izquierda han colaborado mucho en este giro histórico, y soy de los que piensan que tres ministras del Gobierno, la señora Montero y la señora Belarra con su fiera oposición interna, y la señora Díaz sumando Dios sabe qué en la lejanía, han ayudado mucho a dinamitar el llamado sanchismo desde dentro, en una larga campaña electoral contra el Gobierno del que forman parte que ha durado años. Han sido más letales que los socios secesionistas catalanes y vascos, y el PP debería erigirles tres estatuas en el balcón de Génova, o al menos dedicarles unas placas conmemorativas, pues sin su tóxica labor corrosiva, difícilmente se habría vuelto de derechas (o de ultraderechas) tanta gente. Y no hubiera ganado Vox, por insistir en mi primera interpretación electoral. En fin, de los detalles ya se habrán enterado por la prensa y los informativos, pero en mi opinión, puesto que somos tan de derechas, más vale que nos vayamos acostumbrando. Cosas más raras hemos hecho.
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