Ya he sido crítico con esta política de subsidios que últimamente se ha acelerado y durará hasta finales de mayo. Ojalá los bonos sirvieran para recortar los plazos de espera en materia de dependencia o para mejorar las condiciones laborales de nuestra sanidad. Lo cierto es que el gasto público debe obedecer al interés general y no a la propaganda y este es el bochornoso espectáculo que nos ofrecen los políticos. Debemos centrar de nuevo el rol del sector público que está interviniendo demasiado y mal en los mercados. Los que hablan de hacer política de la grande siguen con el populismo más chabacano y parecen haber olvidado que la sociedad es mucho más culta y crítica que aquellos años en los que se compraban votos con mayor facilidad (o al menos eso es lo que quiero pensar y debería ser). Veo a nuestros políticos demasiado centrados en cuestiones que se pueden resolver sin su intervención y que sería mucho más conveniente y efectivo. Porque lo que estamos viendo es una constante demonización y lecturas parciales e interesadas de todas aquellas cuestiones que no se quieren o no se saben resolver. Intervencionismo que se basa en dilapidar euros o bien en la prohibición, que entiendo como las medidas que requieren menos esfuerzo, datos y estrategia. Porque no interesa ser rigurosos ni pactar políticas que sean ajenas al partidismo y que se puedan consolidar con los años aportando continuidad en los resultados y también seguridad jurídica. No interesa porque esta democracia que vamos a ejercitar ha sido pervertida y ha dejado de ser una herramienta social para convertirse en un sistema sumiso a los partidos políticos. En ellos han entrado unos profesionales del enfrentamiento con métodos y mentalidades totalitarios. Hemos crecido pensando que la democracia facilitaba el entendimiento mientras el sistema está extorsionando todos sus principios. Les pido a los políticos que hagan propuestas en positivo y realistas. A menudo parece que no recuerdan cómo y quiénes pagan todo ese dispendio que es un aluvión de millones que nadie condonará. Ni ellos ni nosotros somos tontos y hay circunstancias y derechos que deben entenderse y respetarse. El bonismo provoca un efecto llamada que desvirtúa la esencia de estas islas y su crecimiento poblacional. Por lo tanto, puede presentar consecuencias letales cuando no se dosifica o cae en manos de quienes no saben entender el alcance de sus facultades y cometidos. Tampoco entiendo esa obsesión donde estas islas deben salvar el planeta o que nos impone ser ejemplo de consecución de logros sociales, laborales y económicos. Mientras todo ello se orquesta olvidamos otras cuestiones principales que también requieren acción. Los problemas no sólo se solucionan pagando. El dinero es un medio que genera el sector privado y que se transfiere al sector público para que la sociedad avance y los mercados puedan atender necesidades de diverso calado y naturaleza; sabiendo que nunca seremos todos iguales.
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