No busco tres pies al gato. Vaya por delante que aplaudo la medida de Armengol de bonificar las matrículas de los universitarios baleares, con requisitos además que por fin benefician también a la clase media, sostenedora de este país. La aplaudo porque la universalidad de la educación es lo que hace a una sociedad democrática y libre. El acceso a la formación con igualdad de oportunidades es la única garantía de progreso y futuro. Por eso hay un pero y el Govern debería rectificar la convocatoria de ayudas lo antes posible.
Según los cálculos de la presidenta, unos 6.000 estudiantes recibirán el 100 % de la bonificación de las primeras matrículas de grado. Todos, eso sí, estudiantes de la UIB. La iniciativa, por tanto, beneficiará a la mitad de los matriculados en la universidad pública presencial balear, que tenía unos 12.000 alumnos de grado en el curso 2020-21, según el Ministerio de Universidades. La tasa de escolarización de educación universitaria de Baleares, por cierto, es la más baja de toda España y con diferencia, con un 11,3 %. Otra vez estamos en la cola, así que sí, necesitamos ayudas e incentivos para la educación superior.
Pero es injusto que el Govern sólo bonifique a alumnos de la UIB. En Baleares otros universitarios deberían tener derecho también a esta subvención y más aún en centros privados cuyo coste supone a las familias grandes esfuerzos. Así se margina a los 700 alumnos del CESAG, donde, por cierto, se imparten grados de Comunicación, inexistentes en la oferta educativa pública. O a los 3.400 de la UNED. O de otros centros adscritos a la UIB, como la Felipe Moreno. O de otras universidades a distancia, como la UOC. La ayuda no es para la institución académica, sino para el alumno. No sirve el argumento de que a la privada van los que tienen pasta, porque sería como decir que cualquier aspirante a periodista en Baleares es rico de cuna. Que el Govern ponga el mismo criterio de renta.
Analizando un poco más, la ayuda se ofrece para primeras y segundas matrículas, con el 100 % y el 50 % de la bonificación, respectivamente. Nuestra comunidad está en la media, a 16 euros por crédito matriculado. Tasas congeladas, según Armengol, que no cuenta que tenemos segundas matrículas de las más elevadas de España y las terceras y cuartas más caras, sólo después de La Rioja: 139 euros por crédito.
Estoy de acuerdo con penalizar a los que no aprovechen bien el tiempo y la oportunidad de estudiar, con una ilusionante demanda de plazas en Baleares que duplica la oferta (7.525 frente a 3.420) y una decepcionante tasa de abandono de estudios del 40 % en la UIB. Así que no está mal la fórmula de dar palo, siempre que demos también zanahoria y busquemos otras formas de motivar a nuestros jóvenes. Las salidas laborales deberían ser un acicate, pero la sobrecualificación es un problema enquistado. De momento, la igualdad de oportunidades debe ser real y aplicarse a todas las matrículas, sea cual sea la opción elegida por el universitario.