Parecería que no hacer nada es lo más sencillo del mundo, y no es así. A menudo, no se puede afrontar directamente lo de no hacer nada, así de golpe, y hace falta realizar algunos rodeos y trazar planes de inacción viables y sensatos. Hay varias formas de no hacer nada, y conviene elegir bien la más adecuada en cada caso. De toda la vida no hacer nada, que suele ser casi siempre lo mejor, no ha sido tarea fácil. Esto lo sé porque soy un virtuoso, y conozco los problemas que se generan por el mero hecho de estar mano sobre mano, sin dar un palo al agua. Hay que tener presente que no hacer nada, además de mal visto, suele estar prohibido. Así que la manera más clásica de no hacer nada, y preferida de los neófitos en esta disciplina, es decir que ya lo hiciste y no hacerlo, o no hacer nada mientras parece que haces algo, a fin de que te dejen en paz. Antes un periódico era ideal para este fin, o un libro de filosofía si querías no hacer nada a lo grande; yo pasé horas felices con Temor y temblor de Kierkegaard en el regazo, sin leer ni una línea, pero hoy esta función la realizan con ventaja los teléfonos móviles. Con el móvil se puede no hacer nada durante todo el santo día, porque si lo intentas por las bravas como Bartleby el escribiente, y alegas educadamente «preferiría no hacerlo», no te lo van a permitir.
El mundo está lleno de Bartlebys fracasados, muy frustrados en su fuero interno. Otra manera habitual de no hacer nada es dedicarse a la política, o a la gestión cultural. Amén de que ambas cosas justifican el uso continuo del móvil, permiten exhibir múltiples carpetas y documentos, que siempre dan impresión de trabajo afanoso. La política también facilita un modo de no hacer nada por así decir sincronizado. Mientras un grupo lanza anuncios y proyectos sin parar, otro se dedica a boicotearlos y bloquearlos, con lo que el resultado es nada, pero con una actividad frenética. A mí los móviles me dan asco, y la verdad es que estas formas complicadas de no hacerlo cansan mucho. Te fatigas por nada. Si para no hacer esto hay que hacer esto otro, ya no vale. Lo mejor es no hacer nada de nada, así caigan chuzos de punta. No es fácil. Nadie dijo que lo fuese.