Alguien dijo, son tantas las cosas que se dicen y tantas las que, por ironías o caprichos del destino, no se llegan a decir y permanecen ancladas cual cicatriz indeleble en nuestro recuerdo. Llega un momento en el cual no te apetece adornar tu físico sino que prefieres llenar el alma de sabiduría, historia, filosofía y de todo aquello que te ayude a comprender mejor la vida porque todo ello es lo que embellece a la persona. Quedan para el resto los disfraces y el adoptar una identidad que no sienten en realidad. Somos agua, evolución y recuerdo. Cada persona que se cruza en nuestro destino nos aporta un nuevo camino hasta que uno, tras su experiencia personal, decide con cual quedarse o a cual regresar. Pasa el tiempo y comprendes lo que antaño condenabas, todo cobra sentido en nuestro presente.
Todo está en nuestros pensamientos, todo está en aquello que no decimos y que sin embargo es tan necesario soltar. Semanas atrás tuve el honor de asistir al programa de Sputnik Radio ‘Mallorca Única', cuyo director, Francesc Jusep Bonnín, cantautor, polifacético y excelente persona, me preguntó qué era más importante, lo imprescindible o lo necesario. En aquel momento contesté que lo necesario, pero me paré a pensar y comprendí que ambas cosas iban de la mano porque lo que es imprescindible para unos es lo necesario para otros y viceversa. Creo que nada hay más imprescindible que la familia y con el paso del tiempo ésta se hace más y más necesaria en nuestra vida porque sabes que el día que no la tengas recordarás todas aquellas veces que no le diste la importancia que tenía. En otro orden de cosas es muy necesario rodearse de buenas personas, diría que es imprescindible porque muchas de nuestras decisiones parten de escuchar a las personas correctas y estas nunca deben decirnos qué debemos hacer, solo acompañarnos en nuestras decisiones.
Es imprescindible pedir perdón cuando nos equivocamos y es necesario saber perdonar para poder liberar cadenas que nos impiden crecer. Sí, es necesario equivocarse pero es imprescindible evolucionar y cambiar, siempre para bien, porque así se construyen las grandes personas, aquellas que al final merecerá la pena, o más bien resultará imprescindible tener a nuestro lado. En resumen, hagan lo necesario para convertirse de verdad en aquellos seres imprescindibles que todos querríamos llegar a tener junto a nosotros, aquellos que deberíamos llegar a ser para reconocernos y volver a empezar de una manera, ahora sí, extraordinaria.