Antes, el término único era utopía, el del título del libro de Tomas Moro (u-topía significa no-lugar). Ahora mismo, los términos se han desbocado, además de eu-topía (lugar bueno) y de syn-topía (lugar compartido), otros dos términos están alcanzando la fama universal. Se trata del duro duelo entre u-topía (ahora entendida como la entendía Tomas More: meta ideal) y dis-topía (ahora entendida como la entienden muchos filmes de ciencia-ficción: meta letal)
La propuesta que sibilinamente y subliminalmente se le está presentando al mundo es la siguiente: la naturaleza humana está exhausta. Por dos vías distintas puede redimirse: por la vía de la animalidad y por la vía de la maquinaria. Si el hombre asume tener como grandes hermanos los grandes simios y si admite tener como principal aliado electrodoméstico la robótica, el resultado puede ser genial, aunque naturalmente el producto genial ya no sería humano, sino posthumano.
La base de la que procede toda esta maniobra parece asentarse en un hecho real: el humano sufre la fatiga de sí mismo, su aguante no va más allá de su serie trenzada de citas previas para bajas médicas. El humano no soporta su estado y se afana en modificarlo, pareciéndole ahora mismo una cuestión menor si lo que le espera posteriormente va a ser suprahumano o infrahumano. ¡Bingo!, y que haya suerte.