Le isole Baleari –en italiano– podía haber sido hoy el nombre de nuestra comunidad autónoma. En realidad, no seríamos una comunidad autónoma, seríamos la tercera región de la Italia insular junto a Sicilia y la Sardegna. Tampoco seríamos españoles –como a algunos gustaría- seríamos italianos. Todo, si hubiera triunfado el plan diseñado en 1937 por el Gobierno de la República que tenía como objetivo detener a cualquier precio la ayuda de Mussolini y de Hitler al bando nacional. Aquel plan republicano, conocido como Operación Schulmeister, pretendía ceder Baleares, Canarias y el Marruecos español a las potencias fascistas. Lo cuenta en su libro el historiador y periodista mallorquín Manuel Aguilera, El oro de Mussolini. Cómo la República planeó vender parte de España al fascismo (Azalia, Madrid 2022).
No faltará quien piense que con aquel canje habríamos salido ganando. La verdad es que nunca lo sabremos. Al margen de haber podido convertirnos en italianos sin unas urnas de por medio para saber lo que piensa la gente, lo que me llama la atención es la frialdad con la que ya los políticos de entonces jugaban con estas cosas. Son las cosas del poder. Del poder de un Gobierno que quiso negociar con sus enemigos de la Alemania nazi y la Italia fascista la cesión de parte del territorio nacional con tal de mantenerse en el poder.
El profesor Aguilera se ha pasado tres lustros investigando y siguiendo la pista al secreto mejor guardado de la Segunda República. Un secreto que a partir de ahora cambiará la visión de todo lo que se ha escrito sobre el alcance internacional de la Guerra Civil. Decía Umberto Eco que la historia se repite dos veces. La primera en forma de tragedia y la segunda en forma de farsa. Casi un siglo después, algunos políticos siguen negociando con la tierra con tal de mantenerse en el poder.